Erasmus+ Isla Reunión

Podéis encontrar más información del viaje de Erasmus+ a la Isla Reunión (Francia) en nuestra página del FB: https://www.facebook.com/MiguelHernandezBigastro

DÍA UNO

Viaje, viaje y viaje. Autobús a Madrid. Avión Madrid-París y…Lo que queda…¡Avión París-Saint Denis! Once horas de vuelo.Laberinto logístico: Facturación, controles de seguridad…Y a pesar de la escultura en el aeropuerto Charles de Gaulle, GATE no es GATO.

DÍAS UNO Y DOS

Once horas de avión desde PARÍS a SAINT-DENIS, capital de La Reunión.
En un Boeing 777 sobrevolamos más o menos estos lugares: París, Ginebra, ALPES, Milán, APENINOS, Bari, la isla Cefalonia, extremo sur de la península del Peloponeso, borde oeste de Creta, Mersa Matruh quedando al este Quena; seguimos sobre el Nilo y luego en diagonal hacia el MAR ROJO, esquivamos la costa de Sudán para retomar un poco más al sur la costa este del continente africano sobre Massawa, continuando el vuelo sobre el MAR ROJO.

Volando sobre Yibuti abandonamos el mar y cortamos el cuerno de África hasta MOGADISCIO, para volver sobre el mar, ahora el Océano Índico, virando hacia el sureste, dejando al E -bastante al E- las Seychelles, apuntando hacia el extremo norte de Madagascar.

De los 6.690 km de distancia del trayecto aquí aún quedan 2.000 km.; algo más de dos horas y media.
Volamos a una velocidad media de unos 910 km/h. Y a unos 10.000 m.s.n.m.

En el aeropuerto Roland Garros nos esperan familias y profesores.

La sorpresa para recibirnos la tienen reservada donde la catarata Niágara.

De camino nos atrae ya el paisaje: montañas cubiertas de frondosa vegetación, plantaciones abigarradas de caña de azúcar…

En la catarata Niágara un pasillo formado por los jóvenes reunionenses alternando unos con camiseta roja, otros amarilla, globos también amarillos unos y rojo otros.

Una bandera española ondea en una de las carpas donde nos espera un abundante tentempié de productos de Isla Reunión: frutas, zumos, embutidos, repostería, cocina oriental…

Todo ambientado con percusión en directo. Tras el generoso refrigerio alguna canción y baile.
¡Bien empieza la cosa!

La hospitalidad ha inoculado el cansancio del largo viaje.

A continuación, instalación en las respectivas casas.

Por la tarde, playa. La del Hermitage, donde la alta sociedad metropolitana ha construido residencias de lujo.

Una playa entre corales, muertos y descompuestos en la arena, vivos en mar adentro formando una barrera a poca distancia de la playa que frena a las olas y a los tiburones.

Tras el baño, incluso aún bañándonos, vemos una espectacular puesta de sol.

Anochece. ¡Y son poco más de las seis de la tarde!

DÍA TERCERO

Nos dirigimos a la PLAINE DES PALMISTES.En el Bosque Petite Plaine, además de espacios para el esparcimiento y comida de las familias, además de un largo sendero botánico, está ACROPLAINE, un parque de aventuras que ofrece tres niveles de dificultad: verde, azul y rojo.

¡Las tirolinas del rojo, lo mejor! -dicen los más aventureros.Toda la mañana, hasta la hora de comer, se nos pasa en el parque del bosque, de árbol en árbol por encima del suelo, como mo… Como tarzanes. O como conmilitones de Robin Hood.

En la comida, de nuevo preparadas por las familias correspondientes, manjares típicos de Reunión. Para mezclar al gusto de cada uno: arroz, pollo, salchicha, alubias, salsas picantes…

Nos lo sirven en una amplia fuente redonda de palma, sobre una hoja elaborada con hoja de plátano. Por lo que deducimos que estas comidas, antaño, se servían en la propia hoja de platanera. Quienes se animan a participar al cien por cien con las costumbres del país comerán sin cubiertos; con los dedos, haciendo bolas con el arroz mezclándolo con las viandas. Los que gasten remilgos tirarán de cuchara o tenedor.Las bebidas, generosas y refrescantes: aguas, refrescos, zumos de toda clase y mezcla.Igualmente generosos son los postres.

Por la tarde, disfrutando de paisajes, nos desplazamos hasta la localidad de SAINT-LEU, en la costa oeste.El autobús es una fiesta: canciones, ritmos, risas…

La población de SAINT-LEU es muy estimada por los habitantes de Reunión, especialmente por lo asociado con la capilla de Ntra. Sra. de la Salette, construida cuando la epidemia de cólera de 1859 en Isla Reunión que no afectó al lugar.

En SAINT-LEU los alumnos y algunos profesores participan en una «lección» de batucada de la mano del grupo reunionés PERKU 974. La «lección» resulta espectáculo que se suma a los espectáculos que se desarrollan por el parque y paseo que lindan con la playa.

Espectáculos y puestos de comida.Y pasando el tiempo con ritmos, otra puesta de sol.

La bandera no oficial de Isla Reunión representa un volcán y una puesta de sol.¿La cena?… Casi se nos olvida, unas pizzas deliciosas -en especial la criolla- sentados en las escaleras de una pequeña iglesia.Y, la noche encima, viaje de vuelta a SAINT-ANDRÉ.

DÍA CUARTO

En Francia, ocho de mayo, tanto la metrópoli como los departamentos de ultramar celebran el día de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial. Es fiesta.En dirección a SAINT-JOSEPH recorremos la ruta de las lavas. En el autobús, duelo de cantos y ritmos entre españoles y reunionenses. Alegría.

Dijimos que la bandera no oficial de Isla Reunión representa una puesta de sol y un volcán. En el recorrido comprenderemos por qué los volcanes son seña de identidad. El origen de la isla es volcánico y algunas erupciones muy recientes. Su presencia es inevitable.Sin entretenernos, desde el autobús, observamos la iglesia de Ntra. Sra. de las Lavas. Lugar de devoción donde observamos solidificada la colada fruto de una erupción que se detuvo justo en la puerta de la iglesia.

Día a día comprobamos, por un motivo u otro, la devoción de estas gentes.Continuamos el viaje y nos entretendremos contemplando las coladas de recientes erupciones. La última, la del PITON DE LA FOURNAISE (2.632 m.), de septiembre de 2022. ¡Y dicen que este volcán se desembaraza cada nueve meses!Llama la atención cómo la vegetación de líquenes y musgos coloniza con rapidez estos espacios. En un santiamén.Nuestro destino principal de hoy está en la playa de GRAN ANSE, otro espacio de gran belleza, típica estampa de playa tropical donde también las familias y grupos de amigos se reúnen para pasar el día.

Los espacios preparados para las barbacoas echan humo, mezclándose los olores.Algunos alumnos juegan al voleibol en la playa, otros la recorren de aquí para allá, otros se bañan en la «piscina» acotada. Fuera de ésta el baño si no imposible, sí es arriesgado por el fuerte oleaje y los tiburones. Acaso en la orilla.

Otra vez la comida correrá a cargo de las familias que preparan platos criollos. Otra vez la fuente de palma con la hoja de hoja de plátano y otra vez, quien quiera cumplir con las tradiciones, a comer con los dedos.Entre arroz, pollo, alubias grandes, como las de garrofón, también hay cabrito preparado según una receta india. ¡Una variedad exquisita de sabores! El picante al gusto de cada uno.Si la comida es generosa, ¿los postres?… No hay palabras para agradecer la atención de estas gentes. A lo largo de la historia la isla ha recibido diversos nombres. Si tuviéramos que bautizarla nosotros sería Isla Hospitalidad.

Después de comer, concierto en la zona de picnic y también en la playa. Un público curioso e improvisado se aproxima y nos pregunta: «Qu’est que c’est?» Nosotros respondemos que «est la musique. Musique sans frontières».

Antes de la puesta de sol, afición en la isla que hemos adoptado, concurso de fotos, visita a los miradores, solaz en la terraza de una cafetería de la playa…

Son las seis y pico de la tarde y anochece. Los días se hacen cortos y no por esto.Cansados pero satisfechos de una jornada muy completa regresaremos a SAINT-ANDRÉ.

DÍA QUINTO

Hoy toca la visita a nuestro instituto correspondiente, el COLLÈGE MILLE ROCHES de SAINT-ANDRÉ.

Las clases empiezan temprano y cuando llegamos ya se aprecia un trasiego ordenado de alumnos.

En toda la mañana nos llamará la atención ese trasiego ordenado y silencioso. Como cuando cada uno sabe donde tiene que estar o adonde ir.

En el instituto los espacios son muy abiertos. La vegetación, abundante.Como en un pequeño campus universitario las facultades, aquí se distribuyen las aulas. Mas también hay un edificio de cuatro plantas actualmente en rehabilitación. También, alguno de dos plantas en uso.El centro tiene piscina -ahora también reformándose- para enseñar a nadar, objetivo fundamental marcado por ley en Francia. Otras dependencias son un gran comedor, invernadero, talleres…Saludamos a las profesoras que nos visitaron en marzo. Al tiempo coincidimos con un pequeño grupo de alumnas y profesores de Canarias y…

Y nos preparamos para el concierto. Que ya toca tocar.

La banda, dirigida por Jeremie, suena muy bien en este espacio. Durante el concierto nos sorprende una débil llovizna. Sin irse el sol, ni siquiera nublarse, cae suave una fina agua. Sol y lluvia.Complementos al concierto serán unas actuaciones de coro, bailes tradicionales y danza. Todo muy hermoso.

Tras el concierto tendremos una recepción oficial en el aula de Música. En ella intervendrán el Director del centro, dándonos una bienvenida muy afectuosa, y los profesores participantes y responsables, entre otros, del intercambio. Aquí además de discursos también habrá otra actuación de baile tradicional, Los vestidos que llevan las bailarinas son muy bonitos.

Cumplida nuestra presencia en el Collège cargamos el autobús de instrumentos y maletas para desplazarnos CILAOS.

La ruta hasta CILAOS es impresionante. Nos descubre en el paisaje todas las formas de relieve que el capricho de la naturaleza es capaz de modelar.

Parece una locura desplazarse hasta CILAOS, la carretera sobre abismos, los túneles estrechos, uno de ellos estrechísimo para el autobús, las curvas cerradas y en pendiente… Más de una vez nos preguntamos pero hacia dónde nos llevan o hasta dónde nos quieren llevar.Sea lo que sea compensa porque las vistas, por donde mires, valen la pena. Y compensa más cuando ya en CILAOS disfrutemos de las vistas que nos ofrece del Piton des Neiges que con sus 3.070 m. de altitud resulta el punto más elevado de la isla.

Mientras se organiza el reparto de habitaciones los alumnos se entretienen. Unos jugando al fútbol en una pequeña cancha, otros por la piscina, otros correteando…

Y la tarde apenas dará para más. Porque anochece temprano y la cena es para las siete y media.

Un paseo por la población nos confirma que el día, al menos para la actividad pública, se ha acabado.

Llegamos hasta la Iglesia sin cruzarnos siquiera con un alma, los establecimientos cerrados salvo algún restaurante atractivo para los turistas, locales diseñados con encanto, farolas apagadas para protección de unos pájaros…Visto lo visto nos recogemos en el hotel y cenamos platos típicos de la zona.Después de la cena algunos todavía se darán un capuzón en la piscina, otros a corretear y pronto a acostarse.

Aquí el ritmo de vida nos recuerda la vida de nuestros antepasados, aquella determinada por la cadencia del sol.Y no parece mala vida: acostarse cuando el sol se acuesta, levantarse cuando el sol se levanta.

DÍA SEXTO

Lo advertido ayer, como nuestros antepasados nos levantamos con el sol para observar cómo se remonta tras las enormes masas pétreas aledañas al Piton des Neiges.

Halo tras las cumbres de las montañas, un cielo despejado, arañas y telarañas que superaron la noche resultan a contraluz un espectáculo. A lo largo de la mañana irán apareciendo y creciendo las nubes, también espectaculares.

Desayunamos en la villa-hotel, recogemos las maletas y mochilas y volvemos a pasear por Cilaos, ahora por la mañana más vivo, ahora con más vida. Hacemos algunas compras en el centro, donde un local que es tienda al tiempo que ofrece información turística y etnográfica; también mercamos donde pequeños comercios, algunos muy selectos en su oferta bien de productos gourmet, bien en artesanías de exquisita factura. Entre los productos gourmet, Cilaos ofrece vinos. Destacan principalmente los blancos.

Tras las compras, caminando llegaremos donde el estanque de Jonc. Lástima que la oferta de recreo del estanque (barcas, patinetes acuáticos, canoas…) esté cerrada. Perdida la ocasión para la diversión, la vista se entretiene contemplando el paisaje. Que no es poca cosa. La feracidad de la naturaleza en esta isla nos ofrece de continuo unos escenarios impresionantes pero aquí, aun la mucha belleza del lago, no eclipsa la omnipresencia majestuosa del Piton des Neiges.

Comemos en un local de comidas para llevar junto al estanque, algunos prueban pescado, porciones fritas de dorada rebozada sobre la base de arroz y salsa tradicionales. —Un manjar —aseveran.

Después de comer, abandonamos Cilaos. Otra vez la aventura de discurrir por el magnífico circo. Una verdadera prueba de pericia para los conductores. Otra vez curvas, túneles estrechos, cruces arriesgados con otros vehículos, abismos… La belleza del espacio compensa los temores. ¡Qué remedio! Con la sensación de habernos deslizado por un gigantesco tobogán diabólico llegamos a Entre-Deux, población que nos acoge como hijos.

Aquí también toca tocar. Concierto en la plaza de la Libertad. El público se improvisa con un número de curiosos que al sonido de la música van acercándose a la plaza. Antes y después del concierto, agradecimiento por parte de personalidades de la vida cultural y social de la población y… ¡Cumpleaños feliz! Dos.

Tras el concierto participamos en un acto de conmemoración de la supresión de la esclavitud. Junto a la plaza de la Libertad, cruzando la Rue de Commerce, hacia el Ayuntamiento (Mairie, Hotel de Ville), hay otra plaza más pequeña que alberga un monumento homenaje a los esclavos. En el acto intervienen el Alcalde de Entre-Deux y miembros de la asociación que ha organizado el homenaje. Nos emociona la lectura de un emotivo poema.

Finalizado el acto, improvisamos la cena con pizzas de encargo y refrescos en el parque de la Libertad. Tras la cena el autobús nos recoge para llevarnos a nuestro alojamiento en Étang-Salé. Un hotel que como villa turística ofrece habitaciones en bloques poligonales de una sola planta dispersos por un jardín tropical (piscinas, tumbonas, restaurante…). Muy turístico. Llegamos tarde y hemos perdido la tarde prevista de playa. En fin. Otras maravillas nos sacian en emociones. Aquí, por ejemplo, como en tantos lugares de la isla, ¡el cielo estrellado! ¡Estrellado, estrellado, estrellado!

DÍA SÉPTIMO

Hoy toca andar. La ligera estancia en el hotel ha sido reconfortante. Por la noche hubo tiempo para la tertulia bajo el cielo estrellado, junto a la piscina tentadora.

Desayunamos y nos disponemos para volviendo a Entre-Deux hacer la ruta acuática. Antes de despedirnos de Étang-Salé nos asomamos un instante a la playa que teníamos que haber visto la tarde anterior. Es una playa en parte salvaje que disfrutan sobre todo los surfistas. Atrevidos surfistas –debemos destacar– porque en la misma playa, una señal que advierte del riesgo de tiburones no parece afectar a su afición. En torno a la playa, la vegetación, extraordinaria a nuestros ojos, se retuerce. Árboles nudosos de gran factura, diseminados, son pórtico de las arenas y del mar.

La visita a la playa resulta breve, por delante nos queda una jornada exigente de andar y no podemos perder tiempo. Subimos al autobús y nos desplazamos a Entre-Deux para desde allí atender la ruta del Sentier Dassy, una ruta que zigzaguea sobre el Bras de la Plaine.

Desde Entre-Deux, un sendero desciende hasta el arroyo caudaloso del Bras de la Plaine. Arroyo que mojándonos los pies cruzaremos una y otra vez, múltiples veces, de una orilla a la otra orilla, arriesgando chapuzones. En estos espacios, fundiéndonos con el paisaje, nos vendrán a la memoria las reflexiones de caminantes como Henry David Thoreau y, sobre todo, las experiencias de grandes geógrafos de campo como Élisée Reclus, viajeros paseantes. También, no menos, sobre todo aquí al albur en tantas ocasiones del torrente los versos de León Felipe, versos de «Como tú»:

«Así es mi vida, / piedra / como tú. Como tú / piedra pequeña; / como tú, / piedra ligera; / como tú, / canto que ruedas / (…)».

La ruta, deleitándonos, nos ocupa entre hora y media o dos horas, según pasos y descansos, el ir; y lo mismo el regresar. El ir es hasta una gran cavidad que nos recuerda, con menor profundidad, la cueva del Lagrimal de nuestra Sierra de Salinas. Donde la cueva, comemos, descansamos, algunos se bañan, otros curiosean por los alrededores y… Y regresamos por el mismo camino que trajimos. Un camino que por doquier nos descubre vegetación frondosa, estructuras líticas impresionantes y fauna autóctona. Entre la fauna nos sorprenderá la cantidad de camaleones, reptiles que haciendo gala de su ser, mimetizándose con el entorno que ocupan, se nos presentan de diversas tonalidades a lo largo del recorrido.

Si la ida fue principalmente ruta de descenso, la vuelta lógicamente es de ascenso. Durante el recorrido algunos corredores nos adelantan o cruzan con vigor. La ruta es estimada por estos corredores de montaña. En la isla son célebres las prácticas de trekking en el circo de Cilaos, Mafate e incluso en La Fournaise.

Algo cansados, nuevamente en Entre-Deux nos espera el autobús para conducirnos hacia Sainte-Anne. La noche, que se echa pronto, la pasaremos en una gran finca situada en medio de plantaciones de caña de azúcar. El autobús accede a la residencia con mucha dificultad, además al tiempo de desembarcar nos sorprende una fuerte tormenta instantánea que se despeja pronto.

En la finca hay piscina. Algunos se bañan.

La cena, preparada generosamente por las familias, combina de nuevo el pollo y el arroz con ricos sabores. De postre habrá helados combinados con golosinas. A gusto del consumidor.

DÍA OCTAVO

Lo planificado para ocupar la mañana augura un paisaje de nuevo espectacular. Si principalmente impera en la isla lo tropical, frondosidades verdes que nos han venido acompañando norte, sur, este y oeste, esta mañana, visitando los alrededores del Piton de la Fournaise, el paisaje verde y frondoso se transmutará en roquedos grises, negros y rojizos, salpicados de una tímida vegetación emergente; pero fuerte. Es terruño naciente, renovado, fruto de las periódicas erupciones. Al contemplar el horizonte tendremos la sensación de estar en otro planeta menos fértil. O en la luna. O en Marte. Con todo, apreciaremos la belleza que también tiene la nada. Una nada surcada de senderos que conducen a la nada. Al vacío que por ser espacio prístino despierta las inquietudes de toda existencia. Porque los paisajes hechos y desechos que contemplamos en los días anteriores, primero fueron nada. Y el caos los hizo. Igual que a nosotros, que antes de ser lo que somos, nada fuimos. Esto es lo que nos dicta el horizonte. Y así lo sentiremos desplazándonos por la Plaine des Sables.

De camino al volcán ha parado el autobús unos instantes para improvisar el desayuno. Y del apetito pasaremos a la satisfacción, como de lo frondoso al desierto volcánico. Ya cerca del volcán, donde el mirador, realizando un breve paseo, se nos ofrece una vista excepcional del Piton de la Fournaise. Por falta de tiempo y ser un poco tarde, observando el paisaje desolador añoraremos el perdernos invitados a caminar por aquellas sendas lejanas que oteamos en el horizonte por donde arriba y abajo, abajo y arriba, destaca un cráter reciente que parece que vaya a estallar.

Pero no queda más tiempo sino para comer y… Y después de comer, retornando la ruta que nos devuelve instantáneamente, en un abrir y cerrar de ojos, al paraíso de verdores, llegar a La Plaine des Palmistes donde el Domaine des Tourelles y la Maison Villeneuve, ejemplo de arquitectura criolla, complejo que en la actualidad alberga una atractiva tienda de souvenirs donde mercaremos algún recuerdo. Aquí, también, un museo de artesanía y oficina de turismo.

La Maison Villeneuve, propiedad de Joseph Alexis Champierre de Villeneuve, rico potentado procedente de Saint-Benoît, fue edificada entre 1926 y 1927 sobre el terreno que ocupó una antigua casa de vacaciones. La familia la disfrutó hasta que una serie de desgracias que dan para un relato novelesco determinaron penas y quebrantos. Pero no cabe ahora entretenernos en interesantes relatos históricos y familiares porque lo que cabe es preparar el concierto, colofón del intercambio, que será en la Salle Guy Agénor de La Plaine des Palmistes. Los ensayos, improvisados en días anteriores en los conciertos en el Collège Mille Roches, en las playas, en la plaza de Entre-Deux, al aire libre, han servido para ajustar matices y ritmos. Ahora… El concierto en la Salle Guy Agénor resultará extraordinario.

¡Qué decir de estos músicos! Su actuación reafirma el lema del intercambio: Un orchestre sans frontières / Una orquesta sin fronteras. Escuchar a estos jóvenes músicos, dirigidos por JÉRÉMIE CALOGINE, de nuevo nos emociona sobremanera.

Tras el concierto regreso a la Villa Lyse y ceremonia de despedida. Cena y fiesta. Con participación de las familias acogedoras, confirmando otra vez más la extrema hospitalidad de la gente de Isla Reunión. Así, más emociones consumiéndose la estancia. Y consumiéndose, emocionados, caben lágrimas.

DÍA NOVENO Y FINAL

Toca regresar. Y para regresar, a pesar de que la fiesta de despedida terminó tarde, es preciso madrugar.

De Villa Lyse al aeropuerto Roland Garros de Saint Denis hay unos cuarenta kilómetros. El autobús nos recoge temprano. Llegamos al aeropuerto y… ¡A facturar!

A partir de aquí, papeles, documentación, control de equipaje… Estrés. ¡Y a volar! De Isla Reunión a París y de París a Madrid. De Madrid a Bigastro será en autobús. Prácticamente veinticuatro horas de aquí para allá. «Volando voy, volando vengo…» «Vivo en la carretera…»

El vuelo desde Isla Reunión a París, siendo de día, nos reportará sorprendentes vistas. Especialmente sobre Egipto. Despegando desde Isla Reunión, el avión se dirige hacia el vértice norte de la vecina isla de Madagascar. Superado Madagascar, tomamos rumbo hacia el cuerno de África, concretamente hacia Mogadiscio. Y desde Mogadiscio, otra vez, como en la ida, cortando el cuerno de África. Primero Kebri Dahar y después Hargeisa, todo entre Etiopía y Somalia.

Efectivamente, el avión «corta» el cuerno de África hacia el golfo de Adén para encauzarse sobre el mar Rojo. Sobre Asab (Eritrea) el avión sigue la costa este de África y, como por evitar el Sudán en guerra, va buscando el centro del mar Rojo, hasta aproximarse a la costa oeste de la península arábiga. Luego, giro hacia Egipto, dirección Lúxor, buscando el Nilo. ¡Cuánta razón la de Herodoto en el contraste de las orillas del Nilo con lo alrededor! ¡Feracidad frente a desierto! Lúxor… Quena… Abandonamos el Nilo dirigiéndonos hacia la costa norte de África, hacia El Alamein; donde la batalla trascendental –otra– en la Segunda Guerra Mundial.

Sobrevolar Egipto con claridad, sin nubes, es una maravilla. Adivinamos complejos arqueológicos, arenas e impresionantes plantaciones circulares, esos «crop circles» con los que se intenta poner freno al desierto.

Saldremos al Mediterráneo sobre la ciudad portuaria de Marsa Matruh, rumbo a Grecia. Aproximándonos a Creta, el avión disminuye la altitud. Rozamos la parte más occidental de Creta dirigiéndonos al tacón de la bota itálica y ya en la bota, más pegados al Adriático que al Tirreno, Foggia, Pescara y… Volviendo al interior, Perugia. En realidad Perugia se nos quedará al este, igual que Florencia… porque sobrevolamos Castelo. Ya en el norte, será Turín.

Abandonando Italia, volamos sobre Suiza. Aquí, el lago Léman que separa –o une– a Lausana y Ginebra. Y de Suiza a Francia: Dole y ya, entre Chaumont y Dijon, el avión vira hacia Troyes y de Troyes a Sens. Estamos ya a unos 240 kilómetros de París, media hora de vuelo. Nada. Ya en París, en el aeropuerto, más controles y papeles. Y vuelo hasta Madrid. Y ya en Madrid, por la noche y hasta la madrugada, autobús hasta Bigastro.

Unas veinticuatro horas de viaje Reunión-París-Madrid-Bigastro, palos a gusto no duelen. Duele que se acabe; y duele esa sensación que lastra todo viaje al lamentar que los días sólo tengan veinticuatro horas. Olor a vainilla, olor a coco, toda la dulzura de la amistad y de la hospitalidad, sabor dulce del jugo de caña de azúcar, bancos de coral vivo y restos de coral muerto, cataratas, playas abiertas, volcanes y… música. Mucha música. Ahora suena melancólica. Y melancólica, alimenta la necesidad de volver. Ya todo es nostalgia y más necesidad y voluntad de volver. Consuela esa voluntad de volver. Al cabo, viajar con la seguridad de que se va a regresar al lugar que visitamos es la mejor manera de viajar. Para no atiborrarse de tacada. ¡Isla Reunión! ¡Isla pirata y gentes hospitalarias que han seducido nuestro corazón!