
En la sesión del 9 de abril de 2025, celebrada en el Cine Tívoli de Burjassot con los alumnos de Bachillerato de Artes del IES Vicent Andrés Estellés, David Llavata —acompañado por Jaime Carañana, ambos profesores de la especialidad de Dibujo— analizó The Northman (Robert Eggers, 2022), destacando su capacidad para integrar de forma compleja las perspectivas emic y etic, conceptos clave desarrollados por el lingüista y antropólogo Kenneth L. Pike.
Pike definió la perspectiva emic como aquella que analiza un fenómeno desde dentro del sistema cultural, es decir, desde la lógica y los valores internos de la comunidad que lo vive. Por contraste, la perspectiva etic ofrece una visión externa, analítica, comparativa y, en cierto modo, científica. Aplicados al análisis de la película, estos enfoques permiten comprender cómo Eggers sumerge al espectador tanto en la cosmovisión vikinga como en una observación crítica desde el presente.
Desde la óptica emic, The Northman nos introduce en un universo simbólico, espiritual y mitológico donde los personajes creen plenamente en los rituales, los dioses nórdicos y el destino profetizado. La película no presenta estos elementos como excentricidades culturales, sino como parte natural y vital de la experiencia humana dentro de ese contexto. El espectador es invitado a participar emocional y sensorialmente en ese mundo: ve a través de sus ojos.
Pero también está presente una mirada etic, que interpela al espectador contemporáneo. Aunque nos sumergimos en ese universo mitológico, también lo observamos con distancia: cuestionamos la violencia ritualizada y el ciclo de venganza sin redención. Eggers, sin hacer juicios explícitos, nos sitúa en una frontera ambigua entre creencia y análisis, entre mito y modernidad. Así, juega sutilmente con los márgenes del género fantástico, sin rendirse a él completamente, situándose en un espacio de ambigüedad expresiva.
Durante la sesión también se trazó una comparativa con el film proyectado hace unos meses: El manantial de la doncella (Ingmar Bergman, 1960), una obra profundamente enraizada en la poética aristotélica, donde la tragedia y la catarsis se construyen con una estructura narrativa clásica. A diferencia de esa claridad estructural, The Northman presenta una forma más fragmentada y arcaica, más próxima a las sagas escandinavas que a la dramaturgia griega: no hay una evolución moral del protagonista ni redención, sino el cumplimiento de un destino ancestral e inevitable.
La trama de The Northman parte de una estructura aparentemente simple —una historia de venganza inspirada en la leyenda de Amleth, precursora del Hamlet de Shakespeare—, pero se desarrolla como un relato arquetípico, ritual, más cercano al mito que a la narrativa moderna. En lugar de proponer una lección o transformación ética, muestra la consumación de un destino: inexorable, brutal, pero coherente con el universo interno de los personajes.