El pasado jueves 27 de Mayo tuvimos la oportunidad de realizar una visita al Rincón con el curso completo de 4º de ESO.
Empezamos la actividad desde el inicio de la vía verde, donde nos encontramos con los guías y el resto de alumnos que han decidido ir allí directamente en lugar de pasar por el instituto. Antes del camino que se separa de la vía verde, encontramos las borreres, que eran fábricas en las que se aprovechaban las ristras de hilo y tela que sobraban de las fábricas de textil para hacer otras cosas.
Después, iniciamos la senda-font del Quinzet, desde donde podemos ver que en realidad no hay separación entre los dos parques naturales de la Font Roja y la de Mariola. La monitora nos explica la cantidad de animales que residen en ellos, como el zorro, la fagina, o el cerdo jabalí. Todos ellos bajan a beber en el río Polop y se mueven por sus bosques para pasar de un parque al otro buscando comer o para aparearse. Por eso es tan importante que respetemos y cuidemos el paraje y el río. También las fabricas utilizaban el agua, primero para obtener energía mediante el uso de molinos y también por otros usos después de la revolución industrial. La mayoría de estas fabricas trabajaban el textil.
Desde esta posición podemos observar también el Castellar, donde han vivido muchos grupos humanos desde ya hace mucho de tiempo. Los primeros de todos fueron un grupo de neandertales, que eran hombres prehistóricos muy parecidos a nosotros, pero no de la misma especie. Son como primos nuestros. Más tarde llegaron los íberos, que también tenían asentamientos a la Serreta y en el Puig. Después fue el turno de los romanos, que dejaron sus molinos cerca del río. Y aún más adelante llegaron los árabes, que hicieron un castillo justo encima que dominaba todo el valle. Muchos de los bancales y terrazas de cultivo que podemos ver hoy los hicieron ellos por primera vez. De hecho, dicen que el nombre de Alcoy proviene del nombre árabe que le daban en el Castellar antes, “al-*Qüy”, que quiere decir “el fuerte”, ”el rico” o “el poblado”.
Continuamos el camino y después de salir de la vía verde, llegamos a la font del Quinzet. El Quinzet eran 25 céntimos de la libra valenciana, que sería más o menos el mismo que los 25 céntimos de euro que usamos nosotros, pero hace mucho de tiempo, desde 1920 a 1930 y pico. Esta fuente era un punto donde se daba de beber a las manadas de cabras y ovejas, y era punto de paso obligatorio para hacer la romería en la Font Roja. El azud presente estaba pensado para frenar las avenidas (pequeños muros de piedra de los lados) y para reconducir el caudal de agua desde ese punto hacia abajo, donde está situado el Molí de la Mesquita.
Mientras continuamos la ruta, observamos la vegetación a nuestra alrededor, propia de lugares húmedos y de márgenes de ríos. Los árboles más altos son chopos. Son árboles que echan la hoja cuando llega el invierno, pero antes, en otoño, la hoja cambia de color, del verde al amarillo. Con la humedad también salen muchas setas.También encontramos olivo, romero, zarza, matapoll, cañís y arrapallengües.
Cruzamos el puente de las siete lunas. La vía férrea no funcionó nunca. Los túneles se utilizaban de almacenes. Y ahora el puente se utiliza para hacer jumping (puenting).
Finalmente, llegamos al Racó. El Racó de San Buenaventura fue uno de los primeros Parajes Naturales Municipales que se crearon (año 2002), por su vegetación de ribera, su valor paisajístico y por su función de corredor natural entre Font Roja y Mariola. Encima se puede ver dos molinos harineros del siglo XVIII, que funcionában con el agua que se quedaba en la presa de más arriba. Después de pasar por el molino, el agua se aprovechaba para los cultivos y por el uso doméstico. Acabamos la maravillosa actividad con un descanso agradable rodeados de naturaleza, aprovechando para quitarnos momentáneamente la mascarilla, respetando la distancia de seguridad, y respirar aire fresco.