¿Sabías que las notas musicales se llaman: DO RE MI FA SOL LA SI?
Es importante que lo sepas para poder entender lo que te voy a contar.
¿Y qué te voy a contar? Lo que le pasó una vez al grillito Ignacio.
El día que Ignacio cumplió años, sus amigos le hicieron hermosos regalos, pero de todos, el que más le gustó fue la guitarra que le trajo el gusanito Esteban.
Era preciosa, de color rojo y adornada con estrellitas. Jamás existió una guitarra igual pero… ¿Sabés una cosa? Por más que Ignacio la tocaba y tocaba ¡no salía ningún sonido!, ninguna nota musical salía para buscar a otra nota y así, tomadas de las manos formar melodías en el aire…
—¡No puede ser! —gritó Esteban—. ¡La compré nueva!
—¡Vino fallada! —dijo Ignacio con ganas de ponerse a llorar— ¿Y ahora?
—Ahora… ahora… ¡Yo lo voy a solucionar! Esperame que dentro de un ratito vuelvo —afirmó Esteban y se fue.
El gusanito buscó una bolsa y dispuesto a encontrar notas musicales empezó a caminar por todos lados.
De pronto se encontró con un canario que cantaba desde su jaula, una canción preciosa.
Esteban se acercó y le preguntó:
—Señor canario, ¿me regala una nota musical para la guitarra de Ignacio que no suena?
—¡Cómo no! ¡Tomá dos! —le dijo y le regaló un DO y un RE.
—¡Gracias! —dijo Esteban, puso las notas en la bolsita y siguió su camino.
Al ratito nomás se encontró con una cigarra. Parada sobre una rama cantaba y cantaba…
—¡Oiga, Doña Cigarra! ¿Me regala una nota musical para la guitarra de Ignacio que no suena?
—¡Cómo no! ¡Te doy dos! —y le regaló un MI y un FA.
Requetecontento el gusanito las guardó en la bolsa y siguió caminando.
De pronto, pasó al lado de un grillo que estaba cantándole una canción a su novia…
—Señor Grillo —dijo Esteban—. ¿Me regala una nota musical para la guitarra de Ignacio que no suena?
—¡Cómo no!, pero una sola porque esta canción me tiene que salir preciosa… ¡Te regalo un SOL!
—¡Gracias! —dijo Esteban. La guardó y se fue enseguida (para no molestar).
“¡Sólo faltan dos notas! ¿Quién me las dará? ¿Quién me las dará?”, pensaba Esteban. Pensaba… pensaba…
De pronto escuchó salir de una ventana una dulcísima canción de cuna.
Esteban se asomó y vio a una mamá que cantaba para que su bebé se durmiera.
Las notas de la canción flotaban por el aire y sobre la cabeza del gusanito.
En voz baja Esteban les preguntó:
—Señoritas Notas, ¿alguna de ustedes puede venir a vivir a la guitarra de Ignacio que no suena?
—¡Vamos nosotras dos! —dijeron un LA y un SI, y se acomodaron solas dentro de la bolsa.
—¡Listo! ¡No falta ninguna! —dijo feliz Esteban y salió corriendo en puntas de pie.
Mientras tanto, Ignacio se había quedado dormido esperando a su amigo.
Esteban aprovechó y abrió la bolsa. Las siete notas musicales se acomodaron una por una en las cuerdas de la guitarra. Y así termina este cuento.
¡Ah! Si alguna noche calurosa, abrís tu ventana y escuchás la canción de un grillo, seguro pero seguro, que es Ignacio con su guitarrita roja.
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