Vivimos tiempos de emergencia donde debemos atender una situación imprevista. Y si creíamos que nuestro mundo iba rápido, ahora hemos visto que toda nuestra realidad puede cambiar antes de lo que jamás hubiéramos imaginado.
El término “STEM” también llegó con prisas como objetivo político. La necesidad de afrontar desafíos científicos, tecnológicos en un contexto de enorme competitividad internacional, exigía un mayor y diverso volumen de personas que desarrollasen estudios entorno a las ciencias, las matemáticas y la tecnología. Y no únicamente con la finalidad de ser en un futuro profesionales de estos ámbitos de conocimiento, sino el que es otro de los objetivos fundamentales STEM. Tener una ciudadanía competente para participar activa y críticamente en una sociedad cada vez más participada por decisiones científico-tecnológicas, como estamos viviendo estos días. Donde la compresión de la realidad que nos envuelve está llena de conceptos STEM sobre los que debemos reflexionar y tomar decisiones. Gráficas, estimaciones, métodos de propagación de un virus, mecanismos de replicación celular, fármacos, procesos de producción industrial, aplicaciones móviles para la gestión de la epidemia, y un largo etc. Hay mucho trabajo en educación STEM para la ciudadanía.
En los próximos años, la capacidad de transformación y adaptación, de aprender a aprender durante toda la vida, serán claves para aprovechar las oportunidades laborales y personales. Y las competencias STEM fundamentales en ese entorno. Por eso cualquier dificultad para acceder a esta formación se convertirá en una nueva brecha en las oportunidades de desarrollar proyectos vitales de éxito. Ya sea por la situación socio-económica, el sesgo de género o cualquier otra barrera. Son algunos de los “Retos STEM para la inclusión” donde la propia situación actual en la que en solo unos días nos hemos visto obligados a migrar toda “la escuela” para realizarla a distancia, ha puesto de manifiesto la brecha digital existente tanto entre el profesorado como en el alumnado, en función tanto de su situación socio-económica como de su formación TIC y su conectividad.
Mientras tanto todo sigue cambiando a gran velocidad, asistimos atónitos a un verdadera reacción en cadena de problemas a los que se debe dar solución lo antes posible. Poniendo de relieve que las soluciones no implican únicamente el despliegue de la Ciencia, la Tecnología y las Matemáticas, sino que siempre están participadas por la escala de valores y el marco ético (justicia, respeto, responsabilidad, compromiso, solidaridad y libertad) de quienes trabajan en esas soluciones. Y en eso, desde la educación, también tenemos una importante contribución que hacer.
Porque entre prisas y urgencias en este mundo cambiante lo que no cambian son los objetivos STEM que continuar impulsando:
- El fomento del interés profesional y personal científico-tecnológico y matemático.
- Ciudadanía competente para comprender, decidir y actuar.
- Inclusión: trabajando por reducir brechas, sesgos y favoreciendo la igualdad de oportunidades.