El pasado 12 de febrero murió de forma repentina a los 63 años nuestro compañero y amigo Abraham García Benito, profesor de Geografía e historia. Este viernes ha sido celebrado un acto especial para honorar su memoria en el marco del final de curso.
Profesor de Geografía e historia, arqueólogo, guionista de cómico… Compañero y amigo. Este viernes ha sido celebrado en el patio del centro un emotivo acto de despido de nuestro compañero, prematuramente desaparecido. Ha contado con momentos muy emotivos. En memoria suya ha sido plantado un cedro del Líbano al jardín del centro.
La Directora del centro, Isabel Tamarit, y el Jefe del Departamento de Geografía e Historia, Rodrigo Peris, han recordado la figura del difunto con afecto y amistad. Por su interés, reproducimos el parlamento de Rodrigo Peris.
El acto ha concluido con la lectura del poema “Educar se lo mismo”, de Gabriel Celaya y con la interpretación de una de las piezas musicales favoritas de Abraham García.
Nos hemos reunido hoy para recordar nuestro compañero y amigo, el profesor Abraham Garcia. Y lo hacemos plantando un árbol en el patio del centro donde enseñó durante muchos años. Hemos elegido este árbol porque para él, un apasionado de la arqueología, habría significado mucho ver este árbol asociado a su persona, a su memoria. Se trata de un cedro del Líbano, un árbol que será majestuoso con los años. Su madera, perfumada y resistente, se asemeja a la memoria cuando queremos recordar alguien que estimamos, que hemos estimado.
Abraham le hablaba de tú a tú a los antiguos egipcios, a los fenicios de los yacimientos mediterráneos, a los hebreos del rey Salomón. La Historia Antigua era la suya segunda casa, a través de los restos materiales de las viejas civilizaciones. Con la madera de este árbol se construían los muebles de lujo de los faraones y los fenicios construían los barcos que llevaron hacia nuestra costa, por ejemplo, el alfabeto. Abraham era un hombre de libros, de alfabetos, de conocimientos profundos sobre el mundo antiguo. Estaría contento de saber que la misma madera que los artesanos del rey Salomón emplearon para edificar el famoso templo de Jerusalén sería una ofrenda perpetua a su memoria y a su presencia entre nosotros. Una árbol que para un hombre aciençat en la literatura, ya habría descubierto en una de las primeras obras narrativas, como es la Epopeya de Gilgamesh.
El cedro del Líbano ha sido a menudo tomado como símbolo de justicia, de resistencia y de perdurabilidad. Tal y como queremos que sea recordado nuestro compañero, un hombre justo, sabio y que dejó una impronta importante entre el alumnado a lo largo de los años. Su marcha, imprevista y cortante, nos dejó a todos sorprendidos. nada más podemos hacer ahora que honorarlo con apreci y respeto, con la quietud y la perdurabilidad de este árbol, antiguo y nuevo a la vez, que desde ahora crecerá entre nosotros.
Por eso, recordamos el compañero que fue historiador, arqueólogo, profesor y amigo. Este árbol será su recuerdo viviente, además del que llevamos cada cual en nuestro corazón. Y lo hemos plantado aquí que es una zona de , porque la memoria es una parada en el paso rápido de los días, en el camino de cada día.
Decía Goethe, el escritor alemán, que al final solos la poesía era capaz de decir la verdad. Con este poema del poeta vasco Gabriel Celaya pondremos una conclusión hecha de palabras sobre el retrato en la memoria de Abraham.
Historiador, profesor, compañero, amigo… Va por tú.
Educar se lo mismo
que poner un motor a una barca
hay que medir, pesar, equilibrar…
…y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que quitar en el alma
un poco de marino, un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero se consolador soñar mientras uno trabaja,
que esa barca, ese niño,
irá muy lejos miedo lo agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia pueblos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.
Gabriel Celaya