Un nuevo curso en una «nueva normalidad»
INÉS BES MINGOT, 2º BAC. C. Al terminar el verano siempre empieza un nuevo curso. No era difícil suponer que este 2020-21 iba a ser extraño, ya que estamos en medio de una pandemia mundial.
Después de seis años asistiendo de lunes a viernes, este curso lo hacemos en días alternos. Lo que antes era escuchar la sirena del cambio de clase y ver a muchas caras conocidas por el pasillo, airearnos después de las clases o entrar al baño y mirarnos un momento en el espejo, ahora se ha convertido en escuchar la sirena y esperar en el mismo sitio en el que llevamos ya dos o tres horas a que venga el siguiente profesor, sin olvidar que tenemos que estar todo el día respetando la distancia de seguridad y llevando la mascarilla bien puesta.
En mi opinión, es un trabajo en equipo, pero este año juega el IES Playa San Juan en un lado de la cancha y la Covid-19 en el otro. No es una situación fácil ni cómoda para nadie, así que va a ser un año de superación tanto personal como en grupo, llevamos un mes de clases y todos esperamos que irá mejorando la situación al pasar los meses.
Unidos siempre será más fácil.
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Un nuevo curso en una “nueva normalidad”
NEREA MENESES, 2º BAC D. Aún recuerdo la última semana antes de que empezara todo y se me hace difícil creer lo que ha ocurrido desde entonces. El 15 de marzo el Gobierno declara el estado de alarma, llevando a cabo un confinamiento que afectó a todo el país.
Siete días antes, 8 de marzo. Como de costumbre, fui a la manifestación del día de la mujer para seguir reivindicando aquello que nos pertenece. Todavía no era consciente de lo que estaba sucediendo. Ese mismo día estuve con él, esa persona especial que me hizo recuperar el brillo en la mirada, nos creíamos dueños de nuestra libertad, vivimos ese momento patinando, cerca del mar, como un momento más, sin darnos cuenta de que estaba siendo una despedida. Pero fue bonito, porque no sentíamos ese sabor amargo que tiene saber que no vas a ver a alguien mucho tiempo. Los días restantes se basaron en ir al instituto, pero con una presión en el pecho que, con los días, crecía. Algo en mi interior decía que tuviera cuidado, que la situación iba empeorar, y así fue.
Los siguientes meses estuvimos confinados en casa y lejos de las personas que queríamos. Tuvimos que adaptarnos, pero aún así, este virus ha dejado ver las grietas de la sociedad, como un río cuando se seca. De una sociedad en la que en algunos, reina el egoísmo y la ignorancia. De una sociedad en la que sus políticos, aquellas personas que deben cuidar y vigilar la vida de sus ciudadanos, han estado reprochándose los unos a los otros con manchas ideológicas, mientras fuera, había quien no se podía ni comprar una mascarilla. De una sociedad en la que se salía aplaudir, a agradecer al personal sanitario su labor, pero luego hay quien vota partidos que recortan en sanidad. De una sociedad en la que aquellos con un mínimo de poder y autoridad, ejercían su ley sin límites y caía sobre inocentes y culpables.
Actualmente, con el curso ya empezado, el ambiente es agridulce. El primer día, en el que nos explicaron cómo iba a ser el curso, llegué a casa bastante triste. Fue un golpe de realidad ver todas esas medidas de seguridad, darme cuenta de que esto llevará muchísimo tiempo. Estoy constantemente en la incertidumbre de no saber qué va a pasar y estoy en un momento muy importante en mi vida académica, no puedo evitar sentir que todo se tambalea. Tengo clase de algunas asignaturas cada 15 días o una vez a la semana y eso no me proporciona demasiada seguridad. Es decepcionante ver como los centros intentan tomar todas las medidas posibles y luego hay alumnos que tiran por el suelo todos esos intentos.
Al tiempo poco a poco, hemos podido ir recuperando aquella vida que teníamos, pero nunca será la misma o al menos por un tiempo. Aún así, la situación hoy en día es bastante preocupante, pero a simple vista no lo parece. Pero ojalá las grietas – que yo y sé que muchas otras personas han podido contemplar de esta sociedad – fomenten un cambio en ella, porque aunque ya se está repitiendo todo, el ahora era nuestro, y ese ahora ya se llama ayer. Porque ayer nosotros, reyes del aire que hacía volar nuestra ingenua libertad, hoy somos presos del libertinaje de otros.
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Un nuevo curso en una “nueva normalidad”
PEDRO FERNÁNDEZ, 2º BAC A. Covid-19, ¿cómo una palabra tan simple ha podido darnos disgustos y problemas tan graves? Todo empezó como un pequeño susto, “quince días de cuarentena” “¡Quince días de vacaciones!” decíamos algunos; pero míranos ahora, todos enmascarados, con miedo de tocar las cosas, a las personas…
Después de seis meses, los más raros de nuestras vidas, toca volver a las “clases”, si se pueden llamar así. Clases con menos de quince personas, todos con sus respectivas mascarillas y gel hidroalcohólico, a un metro y medio de distancia y totalmente obligados a cumplir las estrictas normas y direcciones que envuelven los pasillos, el recreo, las aulas, etc.
Todos nos sentimos extraños, situados por orden de lista; sin nuestro fiel compañero al lado, con el cual intercambiábamos apuntes y deberes; sin las risas y encuentros repentinos con tu amigo de la otra clase por los pasillos que te alegraban el día.
Todo esto son detalles, momentos que cuando los vivíamos no les dábamos importancia, pero ahora que ninguno de ellos tenemos permitidos bajo ningún concepto, sentimos una verdadera nostalgia y rabia interior al pensar que un simple virus, originado en el otro extremo del planeta, ha podido causarnos todos estos males y ha cambiado nuestras vidas por completo durante este año.
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Mi último año en el instituto
ALBA BARRANCO, 2º BAC A. Este curso académico 2020/2021 comienza siendo un curso totalmente diferente y caótico en comparación con el resto de años que he sido estudiante. La pandemia provocada por el Covid-19 ha dejado una gran huella en nuestra sociedad y actualmente todos nosotros intentamos afrontar este virus realizando actividades que solíamos llevar a cabo anteriormente con una aparente normalidad. Sin embargo, lo cierto es que nada volverá a ser como antes.
Tras tantos meses intentando aislarnos y distanciarnos del resto de seres humanos, llegó el polémico día en que todos los alumnos y profesores empezamos a asistir a clase. Recuerdo el primer día con miedo e inseguridad, pero a la vez alegría y entusiasmo. Mi último año en este centro iba a ser muy distinto a otros años, por eso era necesario tener una actitud positiva y una mente abierta. No obstante, cuando supe que no podríamos ir todos los días al instituto como muchos otros centros estaban haciendo, me sentí profundamente abatida y conmocionada. Este curso es el más importante y difícil de todos, el que marcará lo que voy a ser en un futuro, y sin embargo voy a estar en desventaja y me va a costar mucho más alcanzar mis objetivos. Esta desigualdad me produce mucha rabia e impotencia, además de mucha más presión a la que ya de por si estamos sometidos.
Este estrés que padecemos muchos alumnos de segundo de bachillerato puede causar una gran ansiedad y falta de autoestima. Por ese motivo, creo que realizar ejercicios de respiración es muy importante, y personalmente, la meditación me está ayudando mucho a encontrarme conmigo misma y a tener una mente clara y despejada para afrontar satisfactoriamente el día a día. Asimismo, realizar algún tipo de deporte es muy beneficioso para descargar nuestra energía, e ir a nadar todos los días que no tengo clase me ayuda a liberar tensiones y a desconectar de los estudios.
En definitiva, este nuevo curso va a ser un año lleno de dificultad y superación, en el que tendremos que dar lo máximo de nosotros mismos y mantener una buena actitud para alcanzar nuestras metas y poder estudiar aquello que deseemos.
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Cómo nos hemos enfrentado a este nuevo curso
ELENA SERRANO ROBLEDO, 2º BAC D. Cuando se acerca la “vuelta al cole”, se apodera de nosotros una cierta pereza. Esto pasa desde que el mundo es mundo. Sin embargo, en torno a principios de julio ya esperaba con ansias la llegada del curso. A priori, me inquietaba la idea de que iba a empezar el último y más duro año de bachillerato. En cambio, los meses sin clases me llenaron de una gran impaciencia.
La vuelta al instituto nos alivió bastante. Ver a algunos compañeros también nos tranquilizó. No fue una “vuelta al cole” normal, nunca lo ha sido pero, esta vez, nos enfrentábamos a ello con muchísimas más dudas. Sentíamos un pequeño bloqueo social por las mascarillas, la distancia, y echábamos de menos al resto de compañeros. La semipresencialidad levantó bastante polémica, y el hecho de no poder elegir optativas también. Desde críos hablamos de la injusticia de ir cinco días a clase y tener dos escasos días de fin de semana. Ahora que tenemos semipresencialidad me intranquiliza no acabar todo el temario de Selectividad por falta de tiempo presencial. Este año los profesores muestran mucho interés y entrega (nunca he tenido mucha suerte con mis profes) y me tranquiliza que en este año caótico haya tenido suerte.
Realmente, será un año duro porque hay “pequeños” cambios. Hay que seguir protocolos, evitar el contacto, ser autodidactas, aprovechar cada una de las clases presenciales, organizarse todo al detalle, etc. Pero, como dijo Stephen Hawking, “la inteligencia es la habilidad de adaptarse al cambio”.
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