Dia de la Filosofia

DIA DE LA FILOSOFIA

"En el Dia Mundial de la Filosofia l' alumnat de l'ESO i de Batxillerat ha reivindicat la importància de la matèria tant en l'àmbit acadèmic com personal realitzant un mural amb imatges de dones filòsofes envoltades de frases cèlebres de la filosofia."

Xerrada Plató

platon-san-agustin


Foto Plató


Per

|

24 de novembre de 2020


Ressenya foto Plató


Per

|

24 de novembre de 2020

  Com cada any Plató ens visita per recordar-nos la seua filosofia i dialogar amb nosaltres. L’actual president de la diputació de Castelló i antic director del nostre centre, Josep Pasqual Martí (Pepe) ha interpretat, com ha anat fent des de sempre, al gran filòsof grec Plató. La representació s’ha realitzat al Saló d’actes del … Llegir més

Ilustración HIST.

Ilustración HIST.

Término que se aplica a un conjunto sistemático de ideas filosóficas y políticas que se extiende por países de Europa -Inglaterra, Francia y Alemania, principalmente- desde mediados del s. XVII al XVIII, y que se considera como uno de los períodos más intelectualmente revolucionarios de la historia. Se caracteriza fundamentalmente por una confianza plena en la razón, la ciencia y la educación, para mejorar la vida humana, y una visión optimista de la vida, la naturaleza y la historia, contempladas dentro de una perspectiva de progreso de la humanidad, junto con la difusión de posturas de tolerancia ética y religiosa y de defensa de la libertad del hombre y de sus derechos como ciudadano. La importancia de la razón crítica, que es pensar con libertad, y que ha de ser como la luz de la humanidad, se deja ver en la misma raíz de las palabras con que, en los distintos idiomas, se significa este período: «Siglo de las luces», o «siglo de la razón», «illuminismo» (en Italia), «Enlightenment» (en Inglaterra), o «Aufklärung» (en Alemania). Todo cuanto se oponga, como rincón oscuro y escondido, a la iluminación de la luz de la razón -las supersticiones, las religiones reveladas y la intolerancia- es rechazado como irracional e indigno del hombre ilustrado, como «oscurantismo». Kant, con la frase «Sapere aude!» -¡atrévete a saber!- (ver cita), expresa acertadamente la labor que cada ser humano ha de ser capaz de emprender y llevar a cabo por propia iniciativa, una vez alcanzada ya, por historia y por cultura, la mayoría de edad del hombre. Las ideas ilustradas constituyen el depósito conceptual sobre el que se funda la manera moderna de pensar.

El conjunto de ideas ilustradas comunes se diversifica en cada país según la circunstancia filosófica y política en que se encuentra. La Ilustración comienza en Inglaterra con el empirismo de Locke y de Hume y el deísmo de muchos moralistas ingleses, ideas que, junto con el espíritu científico de Newton y de la revolución científica, se divulgan por la misma época en Francia gracias a la labor de ilustración que llevan a cabo los que se llaman a sí mismos philosophes y enciclopedistas. En Alemania la Aufkärung llega con cierto retraso y se convierte en un proceso de difusión de las ideas inglesas y francesas, cuyo efecto inmediato es la crítica a los valores defendidos por el feudalismo, convirtiéndose en despotismo ilustrado, en el aspecto político y, en el filosófico, en crítica de la razón, esto es aquella que no se fundamenta ni en la revelación ni en las ideas innatas, sino en la experiencia y los resultados de las ciencias, y no busca sacralizar lo que es natural y profano. En otros países, al sur y al este de Europa, España, Portugal e Italia, por ejemplo, la difusión y el eco de las ideas ilustradas fue menor.

Los representantes de la Ilustración francesa son sobre todo, pero no únicamente, los redactores de la Enciclopedia o diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios (diecisiete volúmenes de 1751 a 1765): Diderot y d´Alembert (ambos también directores), Voltaire, d´Holbach, Rousseau, entre los principales, y otros como Chevalier de Jacourt, Quesnay, Turgot, Grimm, Helvétius, Toussaint, etc. El antecedente inmediato de esta obra lo constituye el Diccionario histórico-crítico (1695-1697) de Pierre Bayle, obra eminentemente escéptica y crítica con toda clase de errores. Con él empieza una nueva orientación en la filosofía francesa que consiste en interesarse más por problemas de importancia práctica que por cuestiones abstractas del origen de las ideas. Les philosophes es el nombre con que se distingue a estos espíritus ilustrados, en especial al grupo de pensadores vinculados con la dirección o la redacción de la Enciclopedia.

La Ilustración inglesa, menos espectacular en resultados y representantes, es no obstante fuente de inspiración de la francesa, y sus filósofos y pensadores son aquellos que los enciclopedistas y les philosophes tienen en mente: los resultados científicos de Newton y Robert Boyle y los principios filosóficos y políticos de Locke. Pero, junto con el empirismo y la renovación de la ciencia, los ilustrados ingleses se interesan por cuestiones como el deísmo y la moral. La discusión sobre el deísmo o la religión natural surge fundamentalmente con Cristianismo sin misterios (1696), obra de John Toland. En estas discusión participan Peter Browne, John Norris, Samuel Clarke, Anthony Collins, y sobre todo Matthew Tindal (a favor), con El cristianismo, tan viejo como la creación (1730) y Joseph Butler (en contra), con Quince sermones sobre la naturaleza humana (1726). La discusión en torno a la moral, o propiamente en torno a la autonomía de la moral, en la que participan autores como Anthony Ashley Cooper, conde de Shaftesbury, Francis Hutcheson, David Hartley, Bernard Mandeville, da lugar a las diversas teorías sobre el sentimiento moral como fuente de moralidad. David Hume, a quien cabe considerar como el representante más cualificado de la ilustración inglesa, participa en ambas discusiones sosteniendo tanto el deísmo, en Diálogos sobre la religión natural (1779), como la moral basada en el sentimiento, en Ensayo sobre los principios de la moral (1751). El utilitarismo, como doctrina ética basada en «el mayor bien para el mayor número», y la doctrina política del liberalismo basada en el «interés general» -ambas tributarias de la doctrina del «sentimiento moral»- son frutos sazonados de la ilustración inglesa.

La Ilustración alemana presenta asimismo sus propias características. La crítica a la superstición, al dogmatismo y al oscurantismo toman en Alemania la forma de estudio analítico de las posibilidades y límites de la misma razón. Esta orientación, que comienza con Ch. Wolff, culmina brillantemente en la filosofía de Kant, que dedica al estudio sistemático de la razón tres Críticas. Antecedentes de la filosofía alemana en esta época son las teorías racionalistas de Leibniz, el espíritu científico de Newton, la crítica escéptica de Hume y las ideas ilustradas de los franceses. Los grandes representantes de la Ilustración alemana son Christian Wolff, en quien confluyen todas estas tendencias como en una enciclopedia del saber, y Kant, quien con su apriorismo sostiene una forma de síntesis entre empirismo y racionalismo. El análisis de la razón lleva, en cambio, al wolffiano Baumgarten a considerar un tipo especial de conocimiento: el obtenido por las cualidades sensibles de las cosas, el conocimiento estético, o la percepción de lo bello. El deísmo tiene también sus seguidores en Alemania: Hermann Samuel Reimarus (1694-1768) escribe una justificación de la religión racional en Tratado sobre las principales verdades de la religión cristiana (1754), y un ataque contra la religión revelada y el poder en Fragmentos de un anónimo (parte de Apología de los adoradores racionales de Dios, y obra publicada entre 1774 y 1777). Moses Mendelssohn, en cambio, argumenta contra la mera religión natural, pero es un verdadero ilustrado que defiende el valor de la difusión de la filosofía (pertenece al grupo de la Populärphilosophie, filosofía popular, de la que Christoph Friedrich Nicolai [1733-1811] es el miembro más notable) y la tolerancia. En Gotthold Ephraim Lessing, poeta, polemista y filósofo, autor de Laocoonte o las fronteras de la pintura y de la poesía (1766), obra en que distingue la pintura (espacial) de la poesía (temporal), de un poema sobre la tolerancia, Nathan el sabio (1779), y de Educación del género humano (1780), donde trata de la relación, más que de la oposición, entre religión natural y religión revelada, la religión ha de entenderse como un fenómeno histórico visto desde la perspectiva del progreso humano; cada religión positiva (revelada) es una nueva y más madura etapa que completa a la anterior, la verdadera, no obstante, es la natural, la de la conciencia, que consiste en la actuación moral racionalmente fundada. Auténtico ilustrado, defensor de la tolerancia y autor de obras sobre crítica de la religión, ya que -según afirma- no puede criticar el poder político, se constituye en centro de la discusión sobre religión en Alemania por dos razones: por el llamado «problema de Lessing», publicado en Sobre la prueba del espíritu y de la fuerza (1777), con el que plantea la cuestión de cómo un hecho histórico (la vida de Jesús que cuentan los Evangelios) puede ser el fundamento de una religión que se considera trascendente, y por su supuesto panteísmo, origen de la polémica religiosa conocida con el nombre de Pantheismusstreit.

Las ideas de Locke, Hume, Newton y las de los philosophes llegan a Italia con algo más de retraso, pero hacia 1750 Milán y Nápoles se constituyen en centros difusores de ideas ilustradas. En 1761 Pietro Verri (1728-1797), economista y filósofo, organiza en Milán la «Società dei Pugni» (sociedad de los puños), a la que se adhieren también, entre otros, su hermano Alessandro Verri (1741-1816), crítico literario, y Cesare Beccaria, cuya obra De los delitos y de las penas (1764) -la obra cumbre de la ilustración italiana- pronto le proporciona fama mundial. En torno a la universidad de Nápoles, que, tras la expulsión de los jesuitas en 1767, se orienta hacia el derecho y la economía, destacan Antonio Genovesi (1713-1769), alumno de G. Vico, Ferdinando Galiani (1728-1787) y Gaetano Filangeri (1752-1788), teóricos de la economía política y de la jurisprudencia.

En España el movimiento ilustrado llega a su máximo esplendor durante el reinado de Carlos III (1759-1788), período que se califica de «despotismo ilustrado». Los ministros de ese monarca, Ensenada, Aranda, Campomanes, Jovellanos Floridablanca, etc., son personajes imbuidos de ideas ilustradas y promotores de reformas sociales y educativas. Los pensadores -que no se muestran ni radicales ni extremistas, como en otros países- orientan sus críticas contra la tradición en general y, en particular, contra la religión tradicional y las instituciones católicas en cuanto portadoras del espíritu de la Contrarreforma, y se muestran a favor de una secularización de la cultura y la sociedad. Las obras del benedictino Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) -Teatro crítico universal, subtitulado Discursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes (1726-1739), y Cartas eruditas y curiosas en que por la mayor parte se continúa el designio del «Teatro crítico universal» impugnando o reduciendo a dudosas varias opiniones comunes (1742-1760)- difunden los ideales de la ilustración: lucha contra las supersticiones y el oscurantismo y difusión de temas científicos, filosóficos y culturales. Francisco Cabarrús (1752-1810), comerciante de origen francés que llegó a altos cargos en la Administración, propone en sus escritos -sobre todo en Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las Leyes oponen a la felicidad pública (escritas en 1792 pero publicadas en 1808)- una educación elemental laica y común para todos, ataca duramente la enseñanza religiosa, critica la organización de las universidades, sostiene los principios liberales y defiende la armonía entre razón y naturaleza.

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) es el ilustrado por excelencia de la corte de Carlos III, cuya política ilustrada ensalza a su muerte en Elogio de Carlos III (1788). Entiende la ilustración como una reforma general de todos los aspectos de la sociedad, desde la agricultura y la cría de ganados hasta el comercio, la industria, y la enseñanza; todo ha de organizarse según principios racionales, que tengan en cuenta los adelantos de las ciencias, nunca impuestos arbitrariamente, sino debidamente adquiridos por todos mediante la educación. A ésta dedica algunos de sus escritos principales: Memoria sobre la educación publica o tratado teórico-práctico de enseñanza, Bases para la formación de un plan general de instrucción pública y Curso de humanidades castellanas. Reglamento literario e institucional del Colegio imperial de Calatrava. Su defensa entusiasta del igualitarismo le lleva a atacar el concepto de propiedad privada y a propugnar un futuro social en que «todo será común».

Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996-99. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.

 

Empirismo e ilustración

Empirismo e Ilustración

Entre la obra de John Locke (1632-1704) y la de David Hume (1711-1776) tiene lugar el llamado “siglo de las Luces” o Ilustración, periodo comprendido entre 1688, fecha en la que tiene lugar la Revolución Liberal Inglesa y 1789, año en el que suceden los sucesos decisivos que dieron lugar a la Revolución Francesa. Podríamos afirmar que Locke fue el bautista de la ilustración británica mientras que Hume fue su auténtica encarnación. El que el siglo de las luces venga enmarcado por dos revoluciones nos da una idea de lo convulsivo y agitado del mismo, así como de su trascendencia a la hora de explicarnos en qué consiste la civilización occidental contemporánea.

Efectivamente, durante este periodo se definen los conceptos fundamentales de la teoría política, en torno a los cuales se va a desarrollar la vida comunitaria de las naciones occidentales: la idea de que los seres humanos tienen todos ellos unos derechos inviolables e iguales para todo el mundo, la democracia, entendida esta como una forma de organización social en la que cada ciudadano tiene un voto, y todos son iguales ante la ley, ante el Estado, el cual, a su vez, mantiene a sus tres poderes, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, indefectiblemente separados y en el que, para evitar todo tipo de fanatismo y garantizar la tolerancia, se produce el divorcio entre la vida religiosa y la vida política, entre la Iglesia y el Estado, entre lo privado y lo público.

Gran Bretaña alcanzó la revolución (no liberal, sino estrictamente puritana y fanática) mucho antes que todos los demás países europeos, de la mano de Oliver Cromwel. Sin embargo, con la subida al trono de Carlos II de Inglaterra en 1660 se produjo una restauración que, aparentemente daba al traste con los logros revolucionarios. No obstante, el nuevo despotismo no pudo durar y dio paso a una segunda revolución pacífica, transcurrida entre los años 1688 y 1689, consistente ésta en el establecimiento de un compromiso, mediante el cual Inglaterra y Escocia se convertían en una monarquía parlamentaria, intentando soslayar el extremismo puritano y el despotismo monárquico. Este compromiso o pacto fue tematizado por Locke en sus dos tratados sobre el gobierno.

EMPIRISMO INGLÉS

El empirismo es junto con el racionalismo, la corriente filosófica más importante de la modernidad. Si entendemos por empirismo la teoría según la cual el origen y valor de nuestros conocimientos depende de la experiencia, nos encontramos con que el empirismo es una constante en la historia del pensamiento, existió antes de la modernidad y volverá a surgir más de una vez en la época contemporánea. Pero nos vamos a centrar en el empirismo inglés, línea de pensamiento que se inicia con la publicación del “Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke, considerado el padre de la filosofía empirista. Los continuadores más importantes son George Berkeley y David Hume.

La filosofía inglesa se destacó, desde el fin de la Edad Media, por una gran preocupación por la experiencia. Los antecedentes los encontramos en la tradición escolástica de Oxford y el criticismo nominalista de Guillermo de Ockham (S. XIV) así como Francis Bacon e Isaac Newton (S. XVII Y XVIII). Bacon da una gran importancia a la ciencia y se rebela contra el uso abusivo de la autoridad, proponiendo métodos inductivos. Pero Bacon no era más que un teórico de la experiencia; Newton va a conjugar lo teórico con lo práctico: su ideal consiste en la creación de una filosofía experimental que llegue, a través del análisis inductivo, hasta las causas más universales. Propone partir de los hechos y no admite ninguna conclusión que no proceda de la experiencia. El modelo de ciencia del empirismo ya no serán las matemáticas (como en el racionalismo), sino las ciencias experimentales: el modelo está tomado de las ciencias físicas.

El empirismo inglés, inmerso en un espíritu positivista, supone la verdadera modernidad filosófica: la crítica y ruptura con la filosofía escolástica y también la crítica a la nueva ciencia, es decir, al racionalismo cartesiano. No obstante, debemos subrayar que el antecedente más directo de la filosofía empirista es el propio Descartes, todas las preocupaciones iniciales de Locke se inspiran en Descartes. Pero el empirismo sigue una dirección propia, consiste más en la eliminación progresiva de los conceptos tradicionales que en la acumulación de contenidos que caracteriza a los sistemas racionalistas. Tiene por tanto, un sentido más crítico que el racionalismo para con la filosofía tradicional. Locke, Berkeley y Hume son los tres pasos que van eliminando uno a uno los conceptos tradicionales hasta desembocar en el escepticismo.

A pesar de su crítica de las ideas innatas, Locke sigue siendo, en muchos sentidos, cartesiano. Por ejemplo, acepta dogmáticamente la existencia de la sustancia material como soporte de las cualidades que percibimos. Berkeley, el segundo gran empirista, criticará esta sustancia material y su empirismo derivará en inmaterialismo y hasta en idealismo (la realidad sólo está en nuestras ideas). Hume, la culminación del empirismo, recogerá todos estos problemas y criticará no sólo la sustancia material, sino también la sustancia espiritual, así como la noción de causalidad. Este gran esfuerzo desembocará en un escepticismo filosófico que concluye que, si nos fijamos en la experiencia, vemos que no se nos da ninguna prueba de leyes permanentes que expliquen los fenómenos y les hagan asequibles a los postulados de la razón.

Por último, señalar que Locke y Hume estaban profundamente inmersos en el espíritu de la Ilustraciön. Sus preocupaciones no se limitaron a la teoría del conocimiento, sino que sus intereses principales fueron ético-políticos y religiosos.

LA FILOSOFIA DE KANT

LA FILOSOFIA DE KANT

Kant_gemaelde_3

LA CRÍTICA DE LA RAÓ: TASCA FONAMENTAL DE LA FILOSOFIA

 

Kant viu en un moment històric en el qual es creuen diversitat de concepcions de la raó des de les quals es determinen tant el quefer científic com l’acció moral, l’ordenació de la societat o el projecte històric en el qual la societat es desenvolupa. Al segle XVIII la societat i la filosofia han entrat en un debat sobre el paper de la raó en tots aquests àmbits, de manera que Kant creu convenient sotmetre a judici a la raó. Per a què? Per a resoldre si és possible, l’antagonisme entre les diferents interpretacions que es troben enfrontades en aquells moments:

 

  • El dogmatisme racionalista, és a dir, la pretensió que la raó fonamenti ella sola, al marge de l’experiència, un discurs que interpreta l’estructura i sentit de la totalitat (la ciència).

  • El positivisme, que en última instància dóna lloc a l’ escepticisme, que intenta reduir el pensament a l’experiència, amb la consegüent derrota de la raó.

  • L’irracionalisme, entès com hipervaloració del sentiment, la fe mística i per tant de la negació de la raó en si mateixa.

Però a més a més, la crítica d la raó tindrà com a objectiu primordial la realització de la llibertat, la superació de les seues constriccions: la constricció civil i la de la consciència (ja sigui per la religió, ja sigui per les normes social i històricament rebudes). La crítica de la raó serà, doncs, l’exigència que l’ésser humà s’imposa de clarificar-se sobre el que és i sobre els seus fins i interessos.

El problema del coneixement.

 

La primera de les preguntes a les quals ha de respondre una crítica de la raó és: què puc conèixer?. La resposta implica senyalar els principis els quals fan possible eixe coneixement i els límits dins dels quals és possible.

Tota la doctrina kantiana del coneixement es fonamenta en la distinció de dues fonts de coneixement: la sensibilitat i lenteniment. La primera és passiva, es limita a rebre impressions provinents de l’exterior (colors, sons,etc; el que Locke denominava “idees simples” i Hume “impressions de sensació”); l’enteniment, pel contrari, és actiu. Eixa activitat consisteix a produir espontàniament certs conceptes i idees sense derivar-los de l’experiència (causa,substància,necessitat,existència...). Aquests conceptes els utilitza l’enteniment per a conèixer els objectes de l’experiència, per a ordenar-los i unificar-los, però no poden ser legítimament utilitzats per a referir-se a alguna cosa de la qual no tinguem cap experiència sensible. Si ens centrem en el concepte de substància, Kant afirma que és un concepte que el nostre enteniment ja té i l’utilitza per a unificar les dades sensibles: si no tinguéssim el concepte de substància i l’aplicarem al conjunt de les sensacions no podríem formular proposicions com “la rosa és roja” o “la rosa és olorosa”... ja que en totes aquestes proposicions nosaltres concebem la rosa com substància i als predicats com propietats seues. Sense el concepte substància, no podem parlar de les coses, ja que sempre que formulem un judici amb un subjecte i un predicat (“els gossos són mamífers”, “els cossos són pesats”...) concebem al subjecte com a substància i als predicats com propietats o accidents d’aquella. Ara bé, el concepte de substància no té sentit aplicat, per exemple, a déu, del qual no tenim experiència sensible.

En la Crítica de la Raó Pura Kant mostra la seua preocupació per la possibilitat de la metafísica. Aquesta es mostra visiblement deficient en dos aspectes: per una banda, la física i les matemàtiques han mostrat un progrés del qual no pot gaudir la metafísica; per altre costat els científics es posen d’acord en les seues teories i conclusions, mentre que entre els metafísics reina el més absolut desacord. És necessari, doncs, plantejar-s’hi el problema de si és possible la metafísica com a ciència. Però la solució a aquesta pregunta passa per plantejar-s' primer: com és possible la ciència? És a dir, hem de determinar les condicions que fan possible la ciència per a veure, després, si la metafísica s’ajusta a elles o no. De quines condicions es tracta? Kant distingís dues classes de condicions: condicions empíriques i condicions a priori. Posem un exemple: Per a veure una cosa són necessàries una multitud de condicions, de la vista que es tingui, del lluny que es trobi l’objecte, de les condicions climatològiques... Aquestes condicions –particulars i fàctiques, que de fet poden ser alterades- es denominen condicions empíriques.

Però existeixen un altre tipus de condicions que són generals i necessàries, de un tipus totalment diferent. En el cas de la visió una condició per a veure alguna cosa és que la nostra percepció estigui localitzada en un lloc de l’espai i en un moment del temps. Imaginem que una persona ens diu que ha vist una cosa; li preguntem, on? I ens diu en cap lloc; li diem, quan? I ens diu en cap moment. Pensem que es tracta d’un boig o un bromista, però en qualsevol cas creem que eixe individu no ha vist res. Espai i temps són unes condicions totalment diferents de les que dèiem abans: no són particulars sinó generals, no són purament fàctiques (no poden ser alterades), sinó estrictament necessàries ( no poden no donar-s’hi). A aquest tipus de condicions són les que nomena a priori.

Les condicions a priori són, doncs, universals i necessàries; però també són prèvies a l’experiència. Això vol dir que no provenen de l’experiència, sinó que la condicionen. Són condicions que pertanyen a l’estructura del subjecte. Fan possible l’experiència sent prèvies a ella. És per això que aquestes condicions a priori són denominades per Kant condicions transcendentals.

Una vegada sabem quines són les condicions que fan possible el coneixement, Kant es pegunta com investigar-les. La resposta la troba en el fet que tota ciència és un conjunt de judicis o proposicions encadenades entre si, formant arguments. La qual cosa el porta a preguntar-se: quines són les condicions que fan possibles els judicis de la ciència? (Cal aclarir que considera ciència les matemàtiques i la física tal i com l’havia formulada Newton). Així doncs, es proposa una classificació dels judicis:

-JUDICIS ANALÍTICS I JUDICIS SINTÈTICS

Un judici analític és aquell en el qual el predicat no ens amplia la informació sobre el subjecte, ja que aquest ja el compren implícitament. “Un tot és major que les seues parts” és un judici analític perquè sols cal analitzar el subjecte ”tot”per a trobar la veritat del predicat. Aquestos judicis no ens donen cap informació, no són extensius, no amplien el nostre coneixement.

Un judici és sintètic, pel contrari, quan el predicat no està comprés en el concepte del subjecte. “Tots els aborígens del poble X mesuren més de 1’90” és un judici sintètic perquè en la noció del subjecte no està inclòs el predicat. El subjecte només ens indica d’on són naturals els individus, però no ens diu res de la seua estatura. Aquests judicis sí que amplien la informació sobre el subjecte, són extensius.

-JUDICIS A PRIORI I JUDICIS A POSTERIORI

Si els judicis anteriors estaven classificats atenent a si el predicat estava inclòs en el subjecte o no, ara en atendrem a un altre criteri: el de la manera en la qual és possible conèixer la veritat del judici. Els judicis a priori són aquells la veritat dels quals pot ser coneguda independentment de l’experiència, ja que el seu fonament no es troba en aquesta. “El tot es major que les seues parts” és un judici a priori perquè coneixem la seua veritat sense necessitat d’anar mesurant i comprovant tots i parts. Judicis a posteriori s,on aquells la veritat dels quals sols es coneguda a partir de l’experiència. Per exemple “Tots els aborígens del poble X mesuren més de 1’90” és a posteriori, no tenim més remei que observar a eixos individus si volem tenir certesa de la veritat d’aquesta afirmació.

Aquesta distinció permet diferenciar, en opinió de Kant,certes característiques importants: els judicis a priori són universals i necessaris (cap excepció és possible) mentre que els judicis a posteriori no són ni universals ni necessaris. Kant accepta l’afirmació de Hume segons la qual l’experiència no pot mostrar cap connexió necessària, l’experiència sols ens mostra que les coses succeeixen de fet així, però no que hagen de succeir així necessariament. Cap judici extret de l’experiència és, doncs, universal i necessari en sentit estricte. Sembla també que Kant i Hume estarien d’acord en la classificació dels judicis,ja que pareix que hi haja judicis analítics a priori, universals i necessaris, que coincidirien amb les “relacions d’idees” de Hume; i judicis sintètics a posteriori contingents i no estrictament universals i que coincideixen amb les “qüestions de fet”. Però Kant té un altra història que contar.

Segons ell hi ha un altre tipus de judicis. Agafem el judici “la recta és la distància més curta entre dos punts”, és un judici analític? No, pensa Kant, ja que el predicar no està compres en el subjecte. La noció línea recta ni inclou cap idea sobre la distància. És a posteriori? Segons Kant tampoc, ja que ens consta la seua veritat sense necessitat d’anar mesurant distàncies entre punts i amés a més, és universal i necessari, no li caben excepcions possibles. És, per tant, a priori. Contràriament a Hume, Kant admet que hi ha judicis sintètics a priori. Aquestos per ser sintètics, son extensius, és a dir, ens donen informació, amplien el nostre coneixement; per ser a priori, són universals i necessaris i el coneixement de la seua veritat no prové de l’experiència. Més encara, els principis fonamentals de la ciència són d’aquest tipus. Per tant, la pregunta: quines són les condicions que fan possibles els judicis de la ciència?, es converteix en: quines són les condicions que fan possibles els judicis sintètics a priori?

LA DOCTRINA DEL CONEIXEMENT EN LA CRÍTICA DE LA RAÓ PURA.

 

En aquesta obra de Kant podem considerar tres parts a les quals denomina respectivament, estètica transcendental, analítica transcendental i dialèctica transcendental. Aquestes tres parts es corresponen a les tres facultats que Kant distingeix en l’ésser humà: sensibilitat, enteniment i raó. (Pròpiament parlant, sols existeixen dues facultats de coneixement, que són la sensibilitat i l’enteniment, però dins d’aquest Kant distingeix dos tipus d’activitat intel·lectual; formulem judicis, jutgem, però a més, enllacem uns judicis amb altres formant raonaments, enraonem. A la capacitat de jutjar l’anomena Kant enteniment i a la de enraonar l’anomena raó). Aquestes tres parts es corresponen també amb els tres tipus de coneixements l’estudi dels quals interessa fonamentalment a Kant: el coneixement matemàtic, el físic i el metafísic. Així doncs, aquestes tres parts es plantegen de la següent forma:

-En l’estètica transcendental estudia Kant les condicions sensibles del coneixement, a la vegada que mostra quines són les condicions que fan possible que en les matemàtiques hi existeixin judicis sintètics a priori.

-En l’analítica transcendental estudia l’enteniment, a la vegada que mostra quines són les condicions que fan possible que hi haja judicis sintètics a priori en la física.

-En la dialèctica transcendental estudia Kant la raó, a la vegada que s’ocupa del problema de la possibilitat o impossibilitat de la metafísica, és a dir, de si la metafísica compleix les condicions que fan possible la formulació de judicis sintètics a priori.

1-LESTÈTICA TRANSCENDENTAL

  1. Les condicions sensibles del coneixement

Ja havíem explicat que espai i tems eren condicions a priori, i així ho afirma Kant al exposar que espai i temps són dues condicions generals i necessàries de la sensibilitat, més concretament les denomina “formes a priori de la sensibilitat” i també “intuïcions pures”. Les anomena formes perquè no són impressions sensibles particulars (colors sons...), sinó la forma o manera en la qual percebem totes les impressions particulars; els colors, els sons, etc, són percebuts en l’espai i en el temps. Són a priori, perquè com ja havíem explicat, el seu coneixement i validesa no provenen de l’experiència, sinó que la precedeixen; espai i temps són condicions que fan possible l’experiència. També diu que són de la sensibilitat, del coneixement sensible. Kant distingeix entre sensibilitat externa, sotmesa a espai i temps; i sensibilitat interna que sols està sotmesa a la forma del temps (les nostres vivències, imaginacions records... es succeeixen unes a altes en el temps). Quan afirma que són intuïcions es refereix a que no són conceptes de l’enteniment. Aquestos es caracteritzen perquè poden ser aplicats a una multiplicitat d’individus (el concepte “home” és aplicable a tots els individus humans mascles). Però espai i temps són únics no hi ha més que un espai i un temps. No hi ha una pluralitat d'espais i temps, sinó parts d’un espai únic i intervals d’un temps únic que flueix sense parar. Per últim aclarirem que Kant les considera pures, en el sentit de buides de contingut empíric. Espai i temps són com dues coordenades buides en les quals s’ordenen les impressions sensibles.

  1. Els judicis sintètics a priori en matemàtiques

A més a més de les condicions sensibles de l’enteniment, en l’estètica transcendental Kant s’ocupa del coneixement matemàtic i afirma que la possibilitat del judicis sintètics a priori en matemàtiques depèn precisament de que l’espai i el temps són intuïcions pures. Per què? : perquè la geometria i l’aritmètica s’ocupen respectivament de l’espai i el temps. La geometria s’ocupa de les propietats de l’espai i l’aritmètica s’ocupa de la sèrie numèrica (1,2,3...,n) i aquesta a la seua vegada es basa en la successió temporal (el 2 abans que el 3 i després que l’1, etc) El temps és, segons Kant, el fonament últim de l’aritmètica. Les matemàtiques poden formular judicis sintètics a priori perquè l’espai i el temps són intuïcions pures a priori : com que les matemàtiques formulen judicis sobre l’espai i el temps i aquestos són condicions prèvies, independents de tota experiència particular, aleshores els judicis de les matemàtiques són independents de tota experiència particular, és a dir, a priori. Com que són a priori seran universals i necessaris i, per tant, com que tots els objectes de l’experiència es donen en l’espai i el temps, tots compliran necessariament els judicis de les matemàtiques de manera universal i necessària.

2-LANALÍTICA TRANSCENDENTAL

  1. Les condicions intel·lectuals del coneixement

Si percebre és la funció pròpia de la sensibilitat, el comprendre el percebut és la funció pròpia de l’enteniment i és d’aquest del qual s’ocupa Kant en l’analítica transcendental. En primer lloc cal aclarir que Kant entén que el nostre coneixement inclou, a més de percepcions sensibles, conceptes, i que comprendre els fenòmens és poder referir-los a un concepte (Si algú ens preguntés: què estàs mirant? I li contestéssim, per exemple, una casa; el concepte casa constitueix la clau per a comprendre i interpretar les impressions sensibles. Si estem veient alguna cosa que no hem vist mai i ens resulta totalment estranya, i ens pregunten, què estàs mirant?, no podem contestar, ens falta un concepte a qual poder referir aquella impressió sensible). Quan no podem referir les impressions sensibles a un concepte , la nostra comprensió d’aquelles queda bloquejada, resulta impossible. També he de veure que aquesta activitat de referir els fenòmens a conceptes es realitza sempre gràcies a un judici: açò és una casa, un gos és un mamífer, etc. L’enteniment pot ser considerat, doncs, com la facultat dels conceptes o dels judicis, o bé com la facultat de jutjar.

En segon lloc, cal distingir dos tipus de conceptes totalment diferents, els conceptes empírics i els conceptes purs. Els conceptes empírics són aquells que procedeixen de l’experiència , a partit de l’observació de les semblances i trets comuns a certs individus. A banda dels conceptes empírics l’enteniment produeix espontàniament certs conceptes sense derivar-los de l’experiència i, per tant, són a priori. La funció fonamental de l’enteniment és formular judicis, unificar i coordinar les dades de l’experiència sensible mitjançant judicis. Doncs bé, pensava Kant, hi haurà tantes formes d’unificar les dades de l’experiència, tants conceptes purs com formes possibles de judici. Segons la lògica, el judicis poden ser: a) universals, particulars i singulars, atenent a la quantitat; b)afirmatius, negatius i indefinits, atenent a la qualitat; c) categòrics, hipotètics i disjuntius, atenent a la relació; i d) problemàtics, assertòrics i apodíctics, atenent a la modalitat. Dotze són, doncs, les categories o conceptes purs: unitat, pluralitat i totalitat (quantitat); realitat, negació i limitació (qualitat); substància, causa i comunitat (relació); possibilitat, existència i necessitat (modalitat). El descobriment d’aquestos conceptes pur a partir de la classificació dels judicis es denominat per Kant deducció metafísica de les categories.

En la deducció transcendental de les categories Kant justifica i exposa perquè les categories són condicions transcendentals, és a dir, necessàries, del nostre coneixement dels fenòmens. L’enteniment no pot pensar els fenòmens si no és aplicant-los aquestes categories i, per tant, els fenòmens no poden ser pensats si no són pensat d’acord amb les categories. Per exemple, Agafem el judici “tots els aborígens del poble X mesuren més d’1’90”. L’enteniment al formular aquest judici unifica una pluralitat d’impressions sensibles, les coordina i unifica aplicant les categories: ja que és un judici general, l’enteniment aplica la categoria d’unitat (tots els individus apareixen unificats com “aborígens del poble X”), com que és un judici afirmatiu l’enteniment aplica la categoria de realitat (l’altura en qüestió és alguna cosa que realment els pertany); com que és un judici categòric, l’enteniment aplica la categoria de substància (els habitant del poble X són concebuts com substàncies i la seua altura com una propietat o accident seu); l’enteniment aplica la categoria d’existència (l’estatura dels aborígens del poble és un fet que s’imposa a la nostra inspecció i observació). Si eliminem aquesta funció unificadora de l’enteniment a través de les categories sols ens quedarà un conjunt d’impressions inconnexes.

Per últim cal clarificar que Kant afirma que els conceptes purs o categories són buits. Així com l’espai i el temps han d’omplir-se amb les impressions sensibles, els conceptes purs han domplir-se amb les dades procedent de coneixement sensible. Es a dir, les categories sols són font de coneixement aplicades als fenòmens, a les impressions sensibles que es donen en l’espai i el temps. Les categories no tenen aplicació vàlida a realitats que estiguin més enllà de l’experiència (per exemple si afirmem “tots els esperits són bondadosos” és un judici universal, afirmatiu,categòric i assertòric, en el qual hem aplicat les categories d’unitat, realitat...però hem fet una aplicació il·legítima de les categories, perquè no tenim experiència de cap esperit; i per tant, no podem parlar de coneixement en sentit rigorós).

  1. Els judicis sintètics a priori en la física

Els principis fonamentals de la física es basen en el principi de causalitat, és a dir, en la categoria de causa, per tant, com que és a priori, independent i previ a l’experiència, la validesa del principi de causalitat no depèn de l’experiència, sinó que és a priori i conseqüentment, universal i necessari; amb la qual cosa el principi de causalitat serà aplicable a tots els fenòmens que l’enteniment coneix o pot conèixer.

  1. Lidealisme transcendental. Fenomen i noümen

Allò intuït en l’espai i el temps es denomina fenomen, allò que apareix o es mostra al subjecte. Ara bé la idea d’alguna cosa que apareix implica la idea d’alguna cosa que no apareix, la idea d’alguna cosa en si mateixa. Eixa cosa en si mateixa , que no apareix al subjecte és el que Kant anomena noümen, es refereix a allò que no pot ser conegut mitjançant la intuïció sensible. Aquesta distinció entre fenomen i noümen permet comprendre perquè Kant denomina la seua doctrina idealisme transcendental. Esta formulació de l’idealisme consisteix en l’afirmació que l’espai, el temps i les categories són condicions de possibilitat de l’experiència, dels fenòmens, i no propietats o trets reals de totes les coses en si mateix.

3- LA DIALÈCTICA TRANSCENDENTAL

La pregunta fonamental que preocupava profundament a Kant: és possible la metafísica com a ciència?, es contestada negativament en la dialèctica transcendental. La metafísica –entesa com a conjunt de proposicions o judicis encarregats de realitats que estan més enllà de l’experiència- és impossible, ja que les categories sols poden utilitzar-s’hi legítimament en la seua aplicació als fenòmens, a allò donat en l’experiència. Els errors de la metafísica provenen justament de passar per alt la distinció entre fenomen i noümen. La dialèctica transcendental és, doncs una crítica de l’enteniment i de la raó en la seua pretensió d’assolir el coneixement de les coses en si mateixa, del que està més enllà de l’experiència.

Però, si l’aplicació de les categories més enllà de l’experiència és lògicament il·legítima, és també una tendència inevitable, d’acord amb la naturalesa de la pròpia raó. La raó tendeix a la recerca d’allò incondicionat i d’ací que s’inclini inevitablement a estendre el seu coneixement més enllà de l’experiència. La raó busca trobar judicis cada vegada més generals, que comprenguin una multiplicitat de judicis particulars dels quals siguin fonament. La raó ens impulsa a buscar lleis, condicions cada vegada més generals i amb capacitat d’explicar un nombre cada vegada major de fenòmens. Mentre aquesta recerca es manté dins els límits de l’experiència, la tendència és eficaç i amplia el nostre coneixement. Però aquesta tendència de la raó porta inevitablement a traspassar les barreres de l’experiència en la recerca d’allò incondicionat. Quan els racionalistes parlen de substància material no fan més que intentar referir-se a tots els fenòmens físics unificats en les explicacions sobre el món, el que dóna lloc a antinòmies. Tots els fenòmens psíquics es pretenen unificar i explicar mitjançant teories metafísiques sobre l’ànima, el que dóna lloc al que Kant denomina paralogismes. Uns fenòmens i altres s’intenten explicar i unificar mitjançant teories metafísiques sobre una causa suprema d’ambdós tipus de fenòmens, físics i psíquics (Déu). Déu, ànima i món són, segons Kant, tres idees de la raó que juguen un paper molt peculiar dins del nostre sistema de coneixement. Perquè si bé no ens proporcionen coneixement objectiu,si que expressen l’ideal de la raó de trobar lleis i principis cada vegada més generals: com l’horitzó que mai s’assoleix però que ens indica que cal avançar més i més.

Historia de la filosofia . Navarro Cordón i Calvo Martínez 1988

 

Avís de privacitat: Ús de cookies pròpies per a anàlisis de visites

Este lloc web utilitza cookies pròpies amb l'únic propòsit d'analitzar el trànsit i millorar l'experiència de l'usuari. Les cookies són xicotets arxius de text que s'emmagatzemen en el teu dispositiu quan visites el nostre lloc. No compartim esta informació amb tercers ni la utilitzem per a fins publicitaris.

Veure política de cookies