En el Aula Oberta vivimos una experiencia única: vimos por primera vez células vegetales con nuestros propios ojos… ¡y no en libros, sino a través del microscopio!
Nuestra primera práctica de ciencias con el microscopio la hicimos con un ingrediente tan común como sorprendente: la cebolla. Cortamos una capa muy fina de su epidermis (esa que parece una telita transparente), la teñimos con azul de metileno para poder ver mejor las estructuras, y la colocamos con mucho cuidado entre el porta y el cubreobjetos.
Y ahí empezó la magia:
Delante de nuestros ojos aparecieron por primera vez las células vegetales. Perfectamente ordenadas y unidas, con forma de ladrillos diminutos, rodeadas por su pared celular y con un pequeño núcleo visible en su interior. Fue como descubrir un mundo secreto que siempre había estado ahí, pero que no habíamos visto nunca.
Esta experiencia no solo nos enseñó cómo es la estructura de los tejidos vegetales, también a desarrollar paciencia, curiosidad y, sobre todo, las ganas de seguir mirando más allá de lo que se ve a simple vista.
Porque en el Aula Oberta aprendemos descubriendo… y la cebolla fue solo el comienzo.







