Los almuerzos de mis alumnos suelen estar muy lejos de ser los mejores en cuanto a calidad. Galletas, bollería, bocadillos de fiambre, batidos y zumos suelen ser los favoritos a esta hora del día.
¿Somos conscientes de la cantidad de azúcar que están consumiendo nuestros hijos e hijas? Una barbaridad. Y, lo peor de todo, es que solemos infravalorar lo que comemos y sobrevalorar lo que nos movemos, es decir, por lo general comemos más (y peor) de lo que pensamos y quemamos muchas menos calorías de lo que creemos.
Muchas veces es por comodidad y otras, simplemente por desconocimiento. Existen demasiados mitos sobre la comida y, lo que es peor todavía, demasiada desinformación en los medios. Es muy difícil saber de quién te puedes fiar, porque hasta en la prensa más seria dicen auténticos disparates.