El pasado viernes 4 de abril se jubiló nuestro compañero Amable López. Profesor de filosofía y psicología, ha sido secretario del centro desde los inicios del mismo.
Para celebrarlo, su alumnado de Psicología de 1º de Bachillerato, junto con el claustro de profesores y profesoras, simuló un claustro extraordinario para darle una sorpresa el miércoles anterior.
Esta se convirtió en un momento lleno de emoción y gratitud. Tras entrar en la sala, Amable se encontró con una cálida ovación, rostros sonrientes y miradas cargadas de cariño y admiración. No era solo una despedida, sino un homenaje a una trayectoria marcada por el compromiso, la sabiduría y la cercanía.
Sus alumnas tomaron la palabra y, con una mezcla de ternura y emoción, leyeron un mensaje en el que le explicaban todo lo que había significado para ellas tenerle como profesor. Le hablaron de su paciencia, de su forma de enseñar, de cómo había conseguido que cada una se sintiera capaz de pensar por sí misma, de mirar el mundo con otros ojos.
Después, le hicieron entrega de varios regalos: un libro, una fotografía con su alumnado y una gran tarjeta postal llena de dedicatorias personales. Acto seguido, sus compañeros y compañeras del claustro quisieron también rendirle homenaje con un regalo especial: una estancia en un Centro de Filosofía en Madrid, un espacio donde seguir cultivando lo que tanto ama.




Desde dirección se proyectó un pase de diapositivas que recogía momentos entrañables suyos en el centro, una forma de viajar por su historia compartida con todos nosotros.
Amable tuvo unas palabras de agradecimiento explicando lo que han significado para él todos estos años de trabajo. También confesó entre risas que no había sospechado nada



Finalmente, su compañero de departamento Fran Béjar, organizador de todo el evento, le entregó una agenda cuidadosamente preparada, con las dedicatorias del resto del profesorado, como recuerdo del afecto que deja tras de sí.
El acto concluyó con un aperitivo en el exterior, un momento distendido para compartir abrazos y risas entre compañeros y compañeras de ahora y etapas anteriores que no querían dejar de estar cerca en ese instante tan especial.
Y como broche final, el viernes siguiente —su último día de trabajo en el centro—, Amable tuvo el gesto de invitar a todo el claustro a un almuerzo, un encuentro para cerrar el ciclo con generosidad y cercanía, tal y como ha sido siempre su manera de estar.




A lo largo de los años, Amable no solo enseñó filosofía o psicología: enseñó a pensar, a cuestionar, a mirar el mundo con profundidad y sensibilidad. Sus clases eran espacios donde las ideas florecían, donde el diálogo se convertía en herramienta de crecimiento, y donde cada estudiante encontraba un lugar para expresarse y ser escuchado.
Como compañero, su presencia ha sido un ejemplo constante de serenidad, responsabilidad y generosidad. Siempre dispuesto a ayudar, a escuchar, a aportar con humildad y sensatez. Su marcha deja un vacío, sí, pero también un legado imborrable en la memoria del centro y en los corazones de quienes tuvimos la suerte de compartir camino con él.
Gracias, Amable, por todo lo que has dado. Que esta nueva etapa esté llena de paz, descubrimientos y momentos felices. Te echaremos de menos.
