Finalista en el concurso «Los Mejores Relatos Breves Juveniles de la provincia de Alicante»

La alumna Estela Gracia García (4ºESO) ha quedado como finalista en la decimoctava edición del concurso literario «Los mejores relatos breves juveniles de la provincia de Alicante» que es convocado cada año por la Asociación de Libreros de Alicante. Los 101 mejores relatos son publicados, habiendo además un obsequio para los tres primeros premiados y su docente, así como un obsequio para los tres accésits.

Su participación en el concurso ha sido promovida de forma conjunta por los departamentos de Lengua Castellana y Literatura, e Historia y Geografía dentro del equipo de Proyectos docentes.

La ceremonia de entrega de premios se celebrará el próximo 13 de mayo en el Auditorio de la Diputación de Alicante.

¡¡¡Enhorabuena, Estela!!!

Aquí tenéis su relato para que podáis disfrutar de él.

Illici y su recuerdo


Milenios atrás, una mujer íbera llamada Aunia finalizaba de ataviarse: portaba la vestimenta de sacerdotisa, grandes joyas y el rostro pintado de blanco. Su porte y apariencia rebosaban de solemnidad y belleza; esta mujer ostentaba un cargo importante: el de comunicarse con los dioses. Antes de salir de su morada, Aunia dirigió su mirada hacia un pequeño altar donde reposaba el busto de una antigua sacerdotisa, su antepasado. Aunia había heredado los enormes pendientes en forma de rueda y collares de aquella sacerdotisa, incluidos sus restos incinerados que descansaban dentro del busto en una vasija. Aunia se despidió de su antepasado rozando con sus dedos la policromática escultura y saliendo de su morada con gran determinación.

Mientras cruzaba las calles, los transeúntes que huían de la ciudad con sus pocas pertenencias se apartaban y detenían para admirar las extraordinarias alhajas de la sacerdotisa.

Al llegar a la plaza del poblado, Auna fue recibida por grandes vítores: un enorme ejército aguardaba su consejo y palabra. Auna se sentía intimidada por la gran algarabía que se escuchaba, diferentes tribus de determinadas zonas de levante se habían reunido; tenían distintas costumbres y dialectos, mas eso no importaba, sólo derrotar al enemigo cartaginés.

Aunia exclamó:

Hermanos guerreros que os reunís aquí hoy, no os recordaré los valores de un guerrero puesto que ¿acaso no son los íberos respetados por su espíritu guerrero y su gran lealtad? Quiero revelaros que he hablado con nuestro dios de la Guerra, Cosus, y ha previsto victoria. ¡Alzad vuestras falcatas y protegeos con vuestros escudos! ¡Luchad y no permitáis que se derrame vuestra sangre!

Después de los aplausos y vítores, el gran ejército abandonó la protección de las murallas de Illici partiendo al encuentro de la batalla. Más tarde, Auna mandó enterrar el busto de su antepasado en estricto secreto. Verdaderamente no conocía la conclusión de la batalla, pero no podía permitir que el busto fuera destruido. Con suerte, la escultura permanecería enterrada hasta que en un futuro alguien la encontrara y preservara para las generaciones futuras.


Auna regresó a su casa, tenía miedo, pero no iba abandonar a su pueblo. Se quedaría esperando la derrota o victoria. La sacerdotisa asió la vasija con las cenizas de “la Dama de Elche” y oró por su ejército
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