"La calavera no siempre fue amenaza; alguna vez fue sabiduría hecha símbolo."
Del lienzo barroco al aula virtual
En algunas pinturas famosas del barroco se representa la figura de una persona, iluminada miedo la luz derramada de un cirio, vuelco sobre una tosca mesa y profundamente ocupada en la redacción de un manuscrito. El códice abierto, el pergamino doblado levantado en sus extremos, y la pluma entintada detenida ante la reflexión que revela la mala cara, demuestran la labor concentrada, estudiosa y la tenacidad que se aboca en la tarea. El valor del estudio, el esfuerzo y la constancia sueño patentas, pero también, en un extremo del tablero, compartiendo espacio de escritorio, la presencia de una calavera revela el mensaje escondido del artista: se lo "memento muera", lo "recuerda que morirás" que incentiva otra reflexión de más profundidad a quien contempla el lienzo hecho de luz y de negrura.
Años después, un corsario malhechor y delincuente se adueña del símbolo del cráneo, sin percibir la profundidad de sentido que custodia, y en su tosquedad solo llega a hermanarlo en su estandarte a dos tibias cruzadas, quienes sabe si como firmo de su firma analfabeta. Así enarbola el pirata su bandera despreciando el mensaje profundo que arrastraba la pintada calavera en el meditado lienzo del artista.
Hoy lo tablero tosco de madera desgastada ha transmutado en la pulcra pantalla que sostiene nuestro folio. La pluma se ahora un cursor indeciso que recurre al vasto códice de alguna IA que consultamos, antes de adentrarnos en la sesión virtual de nuestra sala. Sueño las aulas de un centro que enaltece el valor del saber y de todo quehacer que dignifica, que realza a la persona, y lo enriquece. Y sin embargo, en cada escritorio de esas aulas todavía se aferra, agazapado en una esquina, en estilizada forma, el cruce de las tibias que aquel pirata transgresor abanderaba.
