ESTELA GARCÍA GARCÍA. El último día de clase la profesora Laura de castellano hizo para nosotros, la clase de 2ºB grupo 1, una actividad grupal para que elaboráramos nuestras propias historias. Primero jugamos a un “alto el lápiz”. De este juego seleccionamos las palabras clave para elaborar nuestras historias, después cuando las terminamos las leímos e hicimos una votación para decidir cuál de las historias era la favorita.
Todas eran muy originales y estaban bien redactadas pero la que más nos gustó fue la de nuestra compañera Julia Fernández.
Os invito a leerla. ¡Espero que os guste!
Julia Fernández
No hace mucho tiempo, vivía en Suecia una chica llamada Sofía. Ella nació en Soria, pero, se mudó a sus 28 años a Suecia.
Ella desde muy pequeña le decía a sus padres que veía cosas que no eran muy normales. Veía todo tipo de sombras, de personas, de animales…
Cuanto más mayor se hacía más reales eran las sombras.
Sus padres decidieron llevarla al médico, pero el médico dijo que eran alucinaciones suyas y que no tenía cura.
Su padre le regaló un silbato para que cuando las sombras se acercaran lo soplara a ver si desaparecían, aunque sea por un periodo de tiempo. El silbato funcionaba tal y como dijo su padre.
En Suecia encontró a un chico con el mismo problema que ella y le contó que bajo ningún concepto dejara que le tocaran las sombras porque si lo hacía, moriría al instante, como le pasó al hermano del chico.
Una noche, Sofía estaba cenando sopa y volvió a ver las sombras. esta vez ella la pudo distinguir a la perfección. La sombra tenía forma de sapo, pero no un sapo cualquiera, era un sapo gigante, de unos dos metros de alto.
Sofía buscó el silbato pero no lo encontró, se lo había dejado en su habitación.
Mientras el sapo se acercaba empezó a sentir una soledad enorme y empezó a acordarse de su familia y amigos, sabiendo que no los volvería a ver.
El sapo la tocó y desapareció al instante.
Desde que pasó eso nadie recuerda haber conocido a Sofía, ni sus padres ni sus amigos.