Hace más de tres semanas que vivimos en esta especie de irrealidad, casi de distopía, en la que se ha convertido nuestra vida. He de confesar que los primeros momentos fueron de absoluta incredulidad y que casi todas las mañanas me levantaba con la idea de que todo había sido parte de un sueño. Me afanaba en recordar frases, versos o imágenes de esperanza. Porque si no, irremediablemente venían a mi memoria algunos que quería desterrar. Así, tuve que luchar contra el recuerdo constante de los primeros versos del poema “Insomnio” de Dámaso Alonso, porque no quería oírlos, porque no era el momento, porque no los podía soportar…
No sé cómo fue, una especie de resplandor apareció muy pronto. Trataba de olvidar también todos los versos admirados del poemario El hombre acecha de Miguel Hernández. Eran en esos momentos imágenes insufribles que volvían alentadas, sin duda, por las noticias que nos llegaban desde los medios de comunicación. Y, surgieron de repente en el recuerdo las palabras de “Canción última”. Es el último poema de ese libro. Sabemos que esos versos son una puerta a la esperanza, que cierra un libro plagado de dolor, de tristeza, incluso de rabia, por una hecatombe colectiva.
Y sentí el paralelismo. Miguel Hernández terminó un libro muy duro con un poema lleno de esperanza, un aliento nuevo que nace dentro de su casa, del hogar, un renacer de las propias cenizas en un ambiente doméstico. Sus versos auguran que esa “garra” que nos atenaza, que nos enfrenta, que acecha a nuestra sociedad, será “suave” y lo condensa en dos versos que he repetido como una letanía desde entonces: “El odio se amortigua / detrás de la ventana”. Para acabar pidiendo: “¡Dejadme la esperanza!”
Y en esos versos me apoyo para pensar que esa esperanza está detrás de la ventana, dentro de cada uno de nuestros hogares. Primero, porque detrás de la ventana nos protegemos a nosotros mismos y protegemos a los demás. Es una maravilla ser consciente del enorme esfuerzo que estamos haciendo y que debemos mantener: una sociedad callejera y bulliciosa, activa y trasnochadora, abierta de par en par y amante de reuniones ociosas y festivas… ¡se queda en casa! Sobre todo, me siento tremendamente orgullosa porque lo están haciendo sin rechistar los más jóvenes. Ellos son los que nos están dando un ejemplo de sacrificio que no les toca por edad y por expectativas. Sé que no quieren estar quietos, no pueden, no deben… Pero han respondido de forma increíble a las exigencias de la realidad. Benditos sean.
Por otro lado, el poema me inspira la esperanza en un cambio de conciencia. Ahora tenemos un tiempo muy valioso para modificar nuestro sistema de valores, para descubrir pequeños tesoros con los que convivíamos cada día sin saberlo. El odio, en todas sus formas de expresión, debe amortiguarse. “Detrás de la ventana” el mundo parece inmóvil pero sabemos que es solo apariencia, que todo el que puede hacer algo lo está haciendo. Esta situación nos está demostrando que somos mucho más creativos, más empáticos, más cercanos, más solidarios… “Detrás de la ventana”, somos más humanos. Los balcones, las ventanas, las redes sociales, todos los medios que tenemos para mostrar lo que hay dentro de nuestras casas o lo que hay dentro de nosotros mismos están ofreciendo una imagen de una sociedad por la que merece la pena luchar… Creo que nunca como ahora se hacen tan necesarios en nuestra conciencia los últimos versos de esa “Canción última”:
El odio se amortigua,
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.
Y en esa esperanza compartida y en la certeza de que están pasando cosas maravillosas detrás de las ventanas, os animamos para que esta revista de nuestro instituto muestre todo aquello que queráis compartir. Es un llamamiento especialmente al alumnado, porque nos interesa mucho saber cómo están, qué hacen y qué están sintiendo. Pero también a los docentes y a las familias. Es un momento ideal para dar rienda suelta a nuestra creatividad. Ahora tenemos más tiempo que nunca. Os propongo leer, escribir, dibujar, cocinar, escuchar música, pintar, hacer ejercicio, jugar al ajedrez, bailar, cantar, hacer teatro, contar chistes, maquillarse, bordar, disfrazarse, tocar instrumentos musicales, aplaudir, hacer crucigramas, enrollarse en papel higiénico … y que todo aquello que queráis compartir con la gente del instituto lo hagáis por aquí.
¡¡Queremos saber de vosotros!! Apúntate al reto “Detrás de mi ventana”
Para más información: perez_marcos@gva.es