El Ayuntamiento, propietario del caserón denominado «la Asegurada», en el número 9 de la calle Villavieja, lo acondicionó para albergar el Instituto. Allí se celebró el primer Claustro de Profesores el día 25 de octubre de 1845, presidido por el primer director, D. Francisco Lacueva. El día 1 de noviembre tuvo lugar el Acto Académico Inaugural, en el Salón de Actos de la Casa Consular, cedido por la Junta de Comercio, presidido por las primeras autoridades provinciales y locales. Noventa alumnos se matricularon en el primer curso académico. Así surgía la Enseñanza Media en la provincia de Alicante.
En su fundación el Instituto fue dotado de internado, instalándose en la planta superior de «La Asegurada». Sin embargo, a comienzos de 1852 hubo de cerrarse el Internado, por retirar la Diputación la subvención imprescindible para su existencia. Durante el curso 1853-1854 se reabrió el Internado, con la sola colaboración económica del profesorado. Posteriormente, el Ministerio decretó la Real Orden de mayo de 1863 que incitaba a la Diputación a votar el presupuesto necesario para el Colegio de Internos. El 1 de octubre de 1864 se reinicia el Internado en casa cercana al Instituto con capacidad para 40 alumnos. Funcionará hasta la revolución de 1868, que suprimió defintivamente el Colegio de Internos.
La Biblioteca arranca por la incorporación al Centro en 1855 de los fondos provenientes de los conventos alicantinos desamortizados. En 1860 se contaba con 5200 volúmenes.
Los años noventa del siglo XIX y el comienzo del siglo XX supusieron años cruciales para nuestro instituto. Dos graves problemas, a la vez paralelos y convergentes, estuvieron a punto de hacer desaparecer la existencia del Centro. De una parte la situación extrema del edificio de «La Asegurada», y de otra parte el confusionismo creado en el orden académico por los continuos cambios de planes de estudios. Al comienzo del curso 1892, la memoria del Centro se expresaba así: «Sabedlo de una vez para siempre, si no se dota al Instituto en término breve de local adecuado, desaparecerá ciertamente porque demostrado habrá con exceso Alicante y su provincia que no tiene razón de existir». El Arquitecto Provincial había declarado en ruina total tanto el edificio de La Asegurada como la casa contigua unida al Instituto.
Una vez superadas las difíciles gestiones con el Ayuntamiento, la Diputación y la Dirección General de Instrucción Pública, se decidió cambiar la ubicación del Instituto a un remodelado caserón de la calle Ramales, hoy Reyes Católicos, antiguo almacén de vinos. El nuevo edificio se inauguró el 1 de octubre de 1893.
La Real Orden de 17 de agosto de 1901 crea en los Institutos la Escuela Elemental Nocturna de Obreros, precedente para la posterior formación de los Estudios Nocturnos de Bachillerato.
El curso 1908-09 se matricula la primera alumna de matrícula oficial. En el curso anterior lo habían hecho dos alumnas con matrícula colegiada.
En el curso de 1922-23 el edificio de la calle Ramales se agrieta por todas partes. Se realizan obras de remodelación y sus aulas deben dispersarse por varios centros educativos de la ciudad.
A mediados de 1940, convencidos Ayuntamiento, Diputación y Ministerio de que el viejo caserón de la antigua calle Ramales estaba prácticamente inhabitable, se dudó por las autoridades entre la compra de un amplio solar a cuatro calles, frente a la Diputación, donde luego se edificó el colegio de HH Maristas y hoy existe una galería de centros comerciales, por importe de un millón de pesetas de la época, o la ubicación actual en el Monte Tossal, cuyos terrenos fueron propiedad del alicantino Conde de Casas Rojas, quien los donó gratuitamente para la construcción del Instituto.
En junio de 1953 comenzó la actividad académica en el nuevo edificio, en su actual ubicación en el Monte Tossal, con la realización de la última convocatoria del Examen de Estado, que la reforma de 1853 declaraba periclitado.
En el claustro de profesores celebrado el 29 de febrero del año bisiesto 1960 se aprobó por amplia mayoría la denominación de «Jorge Juan».
Autor: Juan Pedro Asencio Calatayud