Adjuntamos el testimonio de la experiencia de nuestra alumna Ana Moreno Sanz, que tuvo lugar durante el curso 2014-2015 durante su estancia de Erasmus en Alemania:
Mi experiencia en Alemania
He estado allí tres meses y la sensación que he tenido es haber estado 15 días de vacaciones. En ese tiempo, he desarrollado mi trabajo de prácticas del ciclo formativo, que es lo que allí me fui a realizar. Y allí la experiencia me regaló lo siguiente:
Unos paisajes extraordinarios, donde uno podía perderse en la inmensidad de los parajes, de diferentes tonos verdes y amarillos, que iban constantemente alternándose según iban llegando los cambios que rige la naturaleza.
Allí estaba en contacto con la naturaleza, más directa, pues parecía que estaba en un vergel, donde el ser humano apenas hubiese pisado y manipulado a su antojo. Rodeada de serenidad y paz. El silencio a veces era mi mejor aliado, en los momentos que recorría aquellos parajes en mi bicicleta. Donde permanecía horas embobada.
Su gente también mi maravilló, muy atenta y hospitalaria. Enseguida, me gané su amistad y me hicieron participe de su día a día.
Llegué sin saber hablar alemán, salvo las cuatro palabras que aprendemos de las películas o de algún amigo viajero que nos ha dicho. Pero tuve mucho valor y mérito de hablar con ellos sin tener ni diccionarios ni internet, la primera semana. Pero al final, entre el buen hacer de la gente y mis esfuerzos (y alguna clase de repaso que me dieron), podía tener una conversación básica, dónde ambos nos entendíamos, hablábamos de nuestras cosas y nos reíamos con una buena cerveza alemana entre manos.
Que ricas barbacoas hacían cuando el tiempo acompañaba, que fue poco, pues en las fechas que fui, era todavía invierno. Pero el ambiente que le ponían, valía la pena pasar un poco de frío. Si no, siempre quedaba esa rica repostería que me deleitaba la mujer cada fin de semana. Jamás pensé que se pudiera sacar tantos sabores y texturas de diferentes frutas. ¡AH! Aún me acuerdo de aquellos manjares, sólo de hacerlo, la boca me saliva.
En la empresa, me integré como una más. Aunque el alemán era mi asignatura pendiente. La gente se volcó enseguida en ayudarme. Los que sabían inglés, fueron mis guías, y la verdad que se lo agradezco, pues era un momento de respiro y desconexión. Ya que el alemán fonéticamente hablando, es bastante durillo de seguir.
No me quedé con ellos, porque mi alemán no era muy fluido, que era un factor importante para ellos. Pero a cambio gané una carta de recomendación, donde remarcaban mis buenas actitudes hacia el trabajo. Y sobre todo, gané experiencia, soltura idiomática, y algunos amigos con los cuales me carteo de vez en cuando.
La verdad que es una experiencia que se lo recomiendo a todo el mundo si tiene esa oportunidad.
Yo no la cambio por nada del mundo. Solo os doy un consejo: Que tengáis ganas de abrir fronteras, conocer y aprender culturas e idiomas diferentes. Y que no os encasilléis. Pelear por un sueño.
ANA MORENO SANZ