El instituto abrió sus puertas el curso 1965/1966. Originariamente estaba dividido en dos centros: la parte norte donde estudiaban las chicas y la sur donde lo hacían los chicos, cada una de ellas tenía una casa de conserjes. En medio había una valla que separaba pudorosamente los y las alumnas, puesto que las autoridades del momento los parecía pecaminoso aquello de mezclar ambos sexos. Además de esta separación física, había de hecho una separación administrativa porque la parte de las chicas era una sección delegada del San Vicente Ferrer y la de los chicos lo era de Lluís Vives. Alrededor del instituto no había ninguna calle asfaltada, ante la entrada había suelo y a la parte posterior la arena de la playa. Esta situación provocaba que en época de grandes lluvias, como que la canalización del barrio era deficiente, el instituto quedara poco menos que aislado por el agua y en consecuencia se hiciera imposible de llegar, por lo cual se tenían que suspender las clases (esta situación se mantendría unos cuántos años).

El curso 1969/1970 desaparece la sección delegada de Lluís Vives y obligan los chicos a desplazarse, bien al Sorolla o bien al filial n.º 2 de Lluís Vives (actual colegio Santiago Apóstol) por lo tanto nuestro centro quedaría como instituto femenino.

A partir del curso 1972/1973 oficialmente se convierte en un instituto independiente y por tanto ya no es sección delegada. Vuelve la cordura y chicos y pequeñas comparten instituto y aulas, aunque en este primer curso el número de chicos será muy reducido.

En el curso 1978/1979 se amplía el centro con la inclusión de un anexo que incluye un salón de actas, un bar, unos servicios, un almacén, una biblioteca y se cierran y convierten en aulas unos patios interiores (donde antiguamente había un futbolín y más tarde una tabla de ping-pong) y se asfalta gran parte del patio. Además la valla exterior, semiderruïda con el paso del tiempo, y muy baja es sustituida por otra más compacta y del doble de altura del anterior. Es también en este año cuando entra en funcionamiento el INBAD (Instituto Nacional de Bachillerato a Distancia) aunque no duraría demasiado tiempo. En el curso 82/83 se construye una escala de incendios situada en medio del instituto a la parte este, que afortunadamente nunca tuvimos que utilizar y que se usaba para tomar el sol .

En el curso 1989/1990 se realiza una reforma en el centro que soportaríamos todo el curso y que contemplaba la inclusión de una doble puerta a las aulas, la renovación del sistema eléctrico, la instalación de gas natural y la construcción sobre la terraza del anexo de una biblioteca, así como varias aulas nuevas donde había la biblioteca anterior. La antigua casa norte de los conserjes de las chicas es reconvertida en vestuarios y también será reconvertida en sala de audiovisuales la antigua capilla ubicada en el centro de la planta baja. La obra era muy problemática puesto que solo utilizábamos la mitad del instituto mientras trabajaban en la otra mitad. Así cuando finalizaron las obras en la primera mitad nos pasamos a la parte acabada. Como que no cabíamos se tuvo que crear un doble turno por la mañana y por la tarde.

Finalmente a principios de diciembre de 1999 y mientras se celebraba una reunión del Consejo Escolar, una telefoneada de la administración nos conminó a desalojar el centro puesto que su estructura corría el peligro de desplomarse. Fuimos “acogidos” en el IES Sorolla (los de Bachiller) y en el IES Alboraya (los de 3.º y 4.º de la ESO) en turno por la tarde. Esta diáspora se acabaría a principios de abril del 2000 puesto que seríamos realojados en unas aulas prefabricadas situadas en la cierra este del antiguo centro y volveríamos al horario diurno. Esta situación se prolongaría hasta junio del 2003, y en septiembre de este mismo año nos reincorporaríamos en el nuevo centro con la inclusión ya del alumnado de 1.º y 2.º de ESO. Quiere decir esto que nuestra precariedad ha durado tres años y nueve meses.

En estos tiempos por supuesto han pasado otras muchas cosas que la brevedad de este escrito no permite desarrollar. Únicamente destacar por la aceptación que han tenido, la fiesta de carnaval que celebrábamos un viernes de febrero y el concurso de paellas que se celebraba el último día del segundo trimestre. Tradiciones estas que los últimos acontecimientos nos han hecho perder y que esperamos poder recuperar.

Miquel Lillo (profesor IES Isabel de Villena entre 1978 y 2018)

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