¿Qué he aprendido de mí durante el confinamiento que no supiera? Esta pregunta se me quedó en la mente como un pececito en una pecera, dando coletazos de vez en cuando (éstos son días de tener tiempo para pensar). La respuesta es que nada en realidad: en mi ya larga vida ha habido situaciones en las que me he visto obligada a estar confinada y me he adaptado ahora con la facilidad del que vuelve a algo conocido.
Me he reafirmado, sin embargo, en lo que ya sabía: que odio el ordenador y adoro mi trabajo, que bailar es el mejor ejercicio para mantenerse en forma y en ánimo y que (mens sana in corpore sano) un libro es ese amigo que siempre tiene tiempo para ti (¿era Cicerón quien decía esto, Irene?). He podido leer sin ansiedad y con indolencia y hasta he pagado algún atraso de cortesía pues he comenzado a leer un libro que me regalaron hace meses y que me ha enganchado: se llama Circe y es de Madeline Miller. Como penitencia por la tardanza le reservo la mejor parte del día.
Sí, ya sé, Becoxán, te estás diciendo con muchísima sorna: “Esa eres tú, nunca te lees lo que te recomiendan ni lo que te regalan. ¿Te has leído acaso los que yo te regalé?”. Y yo, sin reconocer nada, te saco virtualmente la lengua y te respondo: “Pues ahora la pandemia ha dejado el libro que encargué para ti en un estante de la trastienda de la librería, esperando”. Desde aquí (y seguramente no leas esto) te diré el título que me negué a decirte pues era una sorpresa que se iba a desvelar pronto (en fin, cosas de la pandemia que ha dejado en stand-by nuestras vidas y, entre otros cambios más duros, ha alargado los tiempos y ha hecho más incierto el futuro): es La piel fría (terror-ficción, algo de distopía y un faro, la mezcla perfecta). Sé que te gustará y sé que llegará además el momento en que lo podamos comentar, como antes, entre risas y bromas tontas.