Al ver venir este confinamiento no se me pasó otra cosa por la cabeza que el hecho de tener que pasar en casa una serie de días caóticos y sobre todo a nivel mental, pero no es así. Creo que no soy el único al que los días se le pasan volando y aunque no sea por pura diversión, considero que es por el cambio a una nueva rutina diaria a la que hay que adaptarse y sacar provecho, incluso de donde creemos que no lo hay.
Comenzando por el estado familiar, he comprobado una faceta creativa en mi familia que antes no había imaginado. Mi padre construyendo una mesa de pin pon, mi madre realizando cursos online deportivos y entrenamientos para su gente, mi hermano aprendiendo brake dance…
¿Y yo? Bueno, he despertado en mí una faceta muy potente, la emprendedora. No hay día que no lea y busque y rebusque sobre negocios, economía, emprendimiento, marketing… Y esto me ha hecho ver que hay que luchar por ser quienes queremos de verdad ser y así no depender de nadie en un futuro. Dicho de otra forma, romper con nuestra zona de confort, y si queremos ser autores de un libro, escribirlo; si queremos ser dueños de una marca, diseñarla; si queremos aprender a hacer cualquier tipo de arte formarnos; probar, fallar y, por último, lograr. Y así con cualquier cosa que se nos ocurra y nos llame. Puede parecer una locura pero a veces darle mucha vuelta al coco es lo que nos hace despertar.
De hecho, hablando de despertar, el hecho de estar sin salir, igual que a la gran mayoría, me ha hecho valorar aún más lo que nos rodea: amigos, familia, lugares… Y por eso, tengo clarísimo que cuando todo acabe voy a mirar con buena cara todo lo que tengo y aprovechar para vivir con ello al máximo. ¡Y más con el veranito cerca!
Paco Ruiz (1º Bachillerato)