Detrás de mi ventana: “Inmersos en la soledad”.

Llegó un momento de mi vida en el que yo, con 18 años, llegué a preguntarme: ¿qué sentido tiene esto?

Te levantas una mañana y tu pueblo está inundado por completo. No puedes salir sin que te mojes los pies, no puedes hacer vida normal hasta que todo acabe. Otro día te despiertas y tu vida y monotonía ha cambiado radicalmente. Ahora no puedes salir de casa porque hay una pandemia, ahora la situación ha empeorado, no es que te vayas a mojar, es que corres el riesgo de infectarte, dañarte a ti y a los que te rodean. No debes salir de casa sin tu respectiva mascarilla y guantes, no puedes ver a tus amigas un viernes por la noche para irte a cenar como de costumbre y beberte una cerveza para darle la bienvenida a un fin de semana nuevo y el adiós a una semana seguramente trágica.

Te levantas otro día más y así pasan 3 semanas. Hoy es cuando verdaderamente aprendes a apreciar las cosas bonitas e importantes de tu propia vida. Hoy me doy cuenta de lo importante que es ir a entrenar para evadirte de los problemas de cada día a pesar de que tu entrenador vaya a soltarte cualquier chorrada para cabrearte más o hacerte reír, quién sabe. Ir a la huerta los domingos a comer con la familia y jugar en la calle con el perro. Ver a tu sobrino y mimarlo, disfrutar ahora que está aprendiendo a andar y le están saliendo los dientes, que ya no es un bebé recién nacido, que ya dice ¨papá¨, que se alegra al verte y lo expresa y he de admitir, que esto es lo que más me duele, me daña el corazón pensar que me estoy perdiendo cómo crece día a día, que no puedo dormir la siesta con él y hacerlo reír como quisiera. Añado, aunque nunca pensé que diría esto alguna vez, que aprecio a cada uno de los profesores con los que he estado aprendiendo. Me acuerdo de todos y cada uno de ellos, aunque no a todos les he prestado la misma atención, y no, no quiero hacer la pelota. Solo quiero expresar que no hay nada mejor que una persona delante de ti explicando todas y cada una de las cosas que algún día, según nos dicen ellos, tendremos que utilizar. También creo, apelando a un texto que escribió mi tutor, que esto no funciona bien. Un correo no aclara tu duda por mucho que su contenido lo intente. Un mensaje no resuelve un problema matemático y mucho menos no contiene una empatía profesor-alumno que todos necesitamos.

Pero, hablando claro y desde mi punto de vista, esto nos va a venir bien a todos. Desde aquellos que pelean constantemente hasta aquellos que odian su día a día. Cuando todo esto acabe, yo abrazaré fuerte cada una de las calles de mi pueblo y las disfrutaré agarrada de la mano de las personas que más quiero en este mundo, viviré la vida con intensidad y felicidad, cuidaré cada detalle y seguiré pensando que todo tiene solución menos una cosa que todos sabemos. Porque, señores, eso y solo eso es lo único que no podemos ver venir para poder evitar.  Quedarte en casa no es la solución, pero sí es una buena razón para reflexionar sobre la vida que llevábamos y la que queremos llevar; quién quieres que esté a tu lado y quién no y lo más importante, quiénes queremos ser y cómo queremos actuar para que el mundo mejore, para que nadie tenga la necesidad de comerse un murciélago y causar una epidemia y que el lugar donde vivimos llamado Tierra, no tenga la necesidad de arrojarnos la basura que algún día todos le arrojamos.

Carolina López Cuadrado (2º Bachillerato)

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