Asumo participar en el reto “Detrás de mi ventana” con la tranquilidad de que lo importante, lo que había que decir, ya lo han dicho aquí mismo los compañeros Alfredo y Lola de una manera muy ajustada al sentir general. Alfredo ha marcado una guía de actuación desde el sentido común y el amor a esta profesión y Lola ha expresado el deseo, entreverado con buena poesía, de que esta crisis alimente la esperanza de una sociedad mejor. Por tanto, como suscribo en su totalidad lo que ambos han expuesto tan impecablemente bien, solo me cabe añadir una sola palabra: amén.
Pero voy a lo que quería compartir con vosotros: a mi juicio, dos notas positivas en esta situación de emergencia. Para la primera, he de recordar unas palabras de Carl Honoré en Elogio de la lentitud: “vivir deprisa no es vivir, sino sobrevivir”. Y es que ha hecho falta que irrumpiera este más que pajolero Covid-19 para que cayéramos en la cuenta de que las cosas importantes las tenemos al alcance de la mano, en nuestro entorno más cercano e íntimo, de que el ritmo que impone este mundo turuleco nos lleva a vivir la vida por inercia, a desperdiciarla ocupados en asuntos banales. Por tanto, pausa y reflexión, para dedicar, a partir de ahora, tiempo y energía a lo verdaderamente importante, a aquello que nos proporciona placer y nos conecta a los demás.
Para la segunda, quiero traer a colación las palabras de Muñoz Molina en un artículo reciente en El País. Señala el autor que esta calamidad ha servido para que nos demos cuenta de “la importancia suprema del conocimiento sólido y preciso” y para que nos esforcemos en “distinguir con nitidez inmediata las voces de las personas que saben de verdad, las que merecen nuestra admiración y nuestra gratitud por su heroísmo de servidores públicos”, para que no confundamos, añado yo, el bulo y la palabrería con el verdadero conocimiento, el que nos da certidumbres. Y también ha servido, añade él, para que ahora nos dé “algo de vergüenza habernos acostumbrado o resignado durante tanto tiempo al descrédito del saber, a la celebración de la impostura y la ignorancia”. Por tanto, a tomar nota y tratar de poner remedio: a partir de ahora, más estudio y conocimiento para diferenciar lo superficial de lo sustancial.
Y termino. Orgulloso de la actitud y el compromiso de padres, alumnado y compañeros, deseo animar a todos, porque, como dijo Cantinflas, “hay momentos en la vida que son realmente momentáneos” y el de este virus ruin pronto pasará. Entonces nos encontraremos, en versos de Vicente Aleixandre, en una gran plaza abierta en la que habrá, como en otros momentos anteriores de tribulación hubo “[…] olor de existencia, / Un olor a gran sol descubierto, a viento rizándolo, / un gran viento que sobre las cabezas pasaba su mano, / su gran mano que rozaba las frentes unidas y las reconfortaba/ […] allí cada uno puede mirarse y puede alegrarse y puede reconocerse”.