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MILAGRO de la luz, abril se enciende
en la hoguera flamante del relámpago
que crepita en la llama de la aurora
y suspira en la hora del ocaso.
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Que se alza, que gime, que delira,
que brilla en la mirada como un rayo,
que cruza por las altas soledades
y se extiende gozosa por los campos.
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Ilumina la sombra de la noche
perfumada y febril de cada mayo
y encienden las miradas y las lunas
como estrellas de nieve por los labios.
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Pone ráfagas de sol en las espigas
y esquilas de alegría en los espacios,
y cierne el mar, y clama en las arenas,
y retumba en los aires más lejanos.
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En la cumbre de junio se enaltece
con un grito de fuego apasionado
que derrama su sangre sin fronteras
en azul inmenso y plateado.
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Y en la cumbre del fuego, la belleza,
majestad femenina de lo claro,
tiene un trozo de sol y una aureola
que surge de la luz, como un milagro.