Cuando el corazón habla

Es curioso cómo avanza el tiempo; de manera despreocupada y tranquila, hasta tal punto que debo reconocer que me saca de quicio.

Hoy hemos hablado de sueños. Qué odiosos, impertinentes e inocentes son.

Hoy hemos dicho las palabras que nadie quiere nombrar, las que citan un futuro distorsionado, titubeante, incierto, y no tan lejano como nosotros pensábamos: “te echaré de menos cuando esto se acabe.”

Hoy nos han hablado de la Universidad. Creíamos que nunca llegaría, pero ahí está; a apenas cinco meses de rellenar un documento en blanco que supondrá nuestros próximos años, la siguiente parada, nuestra vida… Y qué miedo me da eso.

Unos saben qué hacer, o eso creen; unos no tienen ni idea, se encuentran inseguros y desorientados, creyendo que no valen para nada cuando en realidad, tienen muchísimo potencial, muchísimo talento.

Hoy se han derramado las primeras lágrimas de una catarata inagotable que seguirá activa al encontrar una foto escondida en el fondo de un baúl polvoriento y antiguo, al recordar un momento que nos provoque una sonrisa instantánea en el rostro, o al soñar con la mirada inocente e intensa o con el inconfundible sonido de la risa de las personas que nos hicieron la vida más fácil durante unos años.

No será imposible mantener el contacto, pero sí duro para las personas que ya están haciendo las maletas, cuando ni siquiera se han graduado.

Qué bonito es el recuerdo, Lauren, y qué triste resulta cuando estás a punto de crear uno. Hay cosas que no se pueden evitar.

Lauren Izquierdo

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