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REZO a mi corazón para que guarde
esta emoción de vida que me invita
a sentir cómo el alma resucita
de las cenizas mismas donde arde.
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Rezo a mi corazón, mañana y tarde,
para que viva el rayo que me habita,
y el espasmo febril que más me excita
no se hunda en un légamo cobarde.
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Rezo a mi corazón siempre que puedo,
siempre que estoy conmigo y sólo siento
su fiel recado junto a mi cabeza.
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Escucho su valor de amor y miedo,
oscilando en el aire de mi aliento,
que me repite siempre: reza…reza.