En primer lugar, deciros que no me creo que esté aquí, y daros las gracias por haber podido venir, en un día tan especial para nosotros como es el día en el que diremos adiós a este centro que tantos momentos ha contribuido a nuestra memoria, aunque parezca mentira que nos vayamos ya, el día ha llegado. Me flaquean las piernas y os aseguro que no es por los tacones. Si ahora mismo me preguntaran cómo me siento, probablemente no sabría qué responder. Este año se ha pasado volando, mucho más que los cinco anteriores. Ahora que os estoy mirando y que veo a lo lejos la puerta de entrada, recuerdo a la perfección el primer día de clase. Pongámonos en situación: doce años, mochila nueva, caras nuevas, hormonas y algo que no habíamos visto jamás: listas de clase. Una nueva etapa que concluiría en un día muy lejano. El primer día de instituto todos estábamos aterrados y nuestra respuesta fue lo que nos ha mantenido juntos hasta el día de hoy, un abrazo, algo repentino. Las palabras sobraron. Qué curioso es que todavía lo recuerde.
Lo más importante de estos seis increíbles años es que hemos sido capaces de superar miles de momentos, unos agradables, otros no tanto… Nuestra memoria se ha llenado de recuerdos con una melodía que nos hace llorar y reír en numerosas ocasiones. De hecho, ahora se me hace difícil pensar que nuestros caminos se distanciarán.
Lo mejor del instituto es que además de asignaturas, estudias a la vida, estudias a las personas. Dentro de las aulas se produjo algo llamado familia, una familia que ha ido perdiendo miembros que no olvidamos por mucho que pasen los años, y que ha ido sumando personas maravillosas que se han acoplado en un rincón de nuestro corazón sin ninguna dificultad. Hemos conseguido ser compañeros, es más, hemos conseguido defender con el honor que se merece la palabra amigo.
El venir a clase con el extraño sentimiento de pertenecer a algo es especial. Nunca imaginé que echaría de menos el llegar a clase a primera hora, dejar la mochila encima de la mesa, resoplar y mirarnos unos a otros con la expresión agria de “es lunes a primera, ni se te ocurra hablarme”.
Los años han ido pasando y nos hemos hecho más mayores, y quién nos diría a nosotros que las tornas cambiarían. Entramos caminando con la cabeza gacha cuando pasaban por nuestro lado esos de segundo de bachiller, esos diablos que nos tiraban de los bancos y se reían de nuestros comentarios de niños de primero. Ahora creo que son esos monstruitos de primero los que dan miedo, y no, nosotros. Somos los mayores, qué locura.
Este año ha sido raro. No sabíamos qué iba a pasar con selectividad, incluso ha nevado. También se han llegado a suspender las clases por lluvias torrenciales, lluvias que no llegaron, pero que nos vino para estudiar el examen del día de después como anillo al dedo. Las cosas como son. Tampoco podremos olvidar el famoso I used to rule the world… Hemos llorado muchísimo debido a que sabíamos que este día llegaría, ese día tan lejano y aunque, por una parte, ocho de junio era tarde en mayo, ahora que ya estamos aquí, ojalá fuera la semana que viene. Porque lo cierto es que decir adiós es más difícil de lo que yo pensaba.
Este año nos han hablado de la PAU, Universidad, destino, incluso nos han llegado a mencionar al éxito… Aunque sigo pensando que a veces el éxito es relativo.
Las clases de David, los manotazos de Agustina a las de la primera fila cuando no se callaban, la voz ronca de Miguel para llamar nuestra atención, los bocadillos de tortilla de patata o de ensaladilla de Socorro, ¿qué haremos sin ti ahora?, nuestro querido monarca, el “chica” de Tere o el “No sabéis nah” Y puede que al principio fuera verdad, pero creo que la gran mayoría nos iremos con la sensación de que sabemos mucho más de lo que puede que nos hayamos merecido muchas veces.
El diseñador Óscar de la Renta dijo una vez que camináramos con la misma seguridad con la que lo haríamos si nos escoltaran tres hombres. Lo dijo de manera figurativa, está claro, pero al menos yo, y estoy segura de que vosotros también, hemos tenido durante estos seis maravillosos años la sensación de que padres, profesores y amigos, nos han guiado hasta el final del camino para que no tuviéramos miedo, nos han ayudado a ser nosotros mismos, a madurar, a saber quién y cómo queremos ser; nos han enseñado que a veces no todo se basa en sacar sobresalientes y que hay muchas otras cosas que merecen la pena. No nos llevamos de aquí solo formación, nos llevamos amigos, nos llevamos una vida, momentos de risa, recuerdos, y parte de nuestro tiempo, porque no hemos sido conscientes de lo valioso que era hasta ahora. Nos llevamos el sentimiento de haber pertenecido a una familia que por mucho que pasen los años no se romperá, estoy segura, una familia grande, una familia especial, una familia que se quiere y se querrá. Nunca imaginé que os llegaría a querer tanto como sé que os quiero ahora. Todo esto y más quedará incrustado en lo más profundo de nuestro corazón, porque hay cosas que simplemente no se olvidan, y cuando seamos viejos y hagamos una cena para recordar nuestra promoción, la promoción de 2017 nos reiremos unos de otros por este día. Deja de llorar ya.
Al fin y al cabo, la vida se basa en eso, ¿no? En superar etapas, por muy buenas que hayan sido, y en transformarlas en recuerdos, en maravillosos recuerdos que recordaremos por siempre.
Solo quiero alzar un hurra por este centro, por nuestros padres, por los profesores, por nosotros, que no hemos tirado la toalla en los momentos más difíciles aunque tuviéramos ganas, porque estamos vivos, y porque, chicos, después de seis años, aunque nos distanciemos por un tiempo, al fin lo hemos conseguido. Somos mayores del insti, los que se despiden, y los que comienzan a ser adultos, maduros, y casi universitarios. Qué impactante suena. ¿Volvemos a primero?
Gracias por estos maravillosos años, cada cual más especial y por convertiros en algo que merecerá la pena contar algún día. Echaré de menos esto, pero tengo la esperanza de que no nos libraremos tan fácilmente de nosotros. Al menos, es bonito poder decir que hay gente que nos hará dura la despedida.
Os quiero y os querré siempre, de eso estoy completamente segura.