Pintar con hielo ofrece, más allá de la experiencia artística, tiene una sensación sensorial añadida: el frío. Este contraste de temperaturas, entre la suya propia y el cubito que está frío, les permite sentir mejor qué sucede y activa todos sus sentidos.
Antes de secarse los colores son más vivos pero al secarse pierden fuerza, igualmente una experiencia mucho resfrescante. Animaos a probar en casa.