Las ganadoras del relato navideño de 2012 han sido las alumnas:
- Judith García de 2º A (PRIMER PREMIO)
- Laura Arenas Román de 1º A (SEGUNDO PREMIO)
- Míriam Fuetterer Galiana de 1º A (TERCER PREMIO)
¡ENHORABUENA A LAS GANADORAS!
El relato ganador es el siguiente:
UNAS NAVIDADES DIFERENTES.
Hoy me dan las vacaciones de Navidad y debería estar contenta como las otras niñas y niños pero todo cambió cuando pasó eso… Aún recuerdo el grito que pegó mi madre advirtiéndole a mi padre que fuera más despacio, el ruido chirriante de las ruedas al derrapar por la carretera llena de escarcha, la sangre en el cristal…En fin .Yo solo tuve algunas contusiones pero a mis padres no los volveré a ver más. Aquel día íbamos al pueblo a visitar a mis abuelos. Parecía todo tan bonito; Navidad con la familia, los regalos, las comidas…Cuando se acercan estas fechas suelo cambiar de humor .Odio la Navidad y todas sus celebraciones .Yo antes solía pasármelo bien, esperaba ansiosa como todos los niños sus regalos debajo del árbol .Ahora le hago la vida imposible a mis tutores legales: Mis tíos. Siempre me dicen que tendría que estudiar más, como antes, que sonría de vez en cuando y más cosas que nunca haré. Me han llevado a un montón de psicólogos y especialistas con el fin de que volviera a ser la de antes, pero nada.
De camino al instituto voy hablando con mi prima Laia, que tiene la misma edad que yo .Ella es guapa, rubia, lista, alta…; lo tiene todo. También tiene ese don de incordiar en el momento menos indicado:
- ¿Qué piensas hacer en Nochebuena? ¿Irte como todos los años de fiesta con tus amigos? Mis padres y yo nos preocupamos por ti-Dice ella.
- Sabes de sobra que no me gustan estas fechas.
- Pero es que tú antes no eras así.
- Pero es que yo antes tenía padres y era feliz.
- Pero es que nosotros no tenemos porque pagar lo que pasó aquel día.
- Yo tampoco tengo la culpa de nada y ¡MÍRAME!-Le grito-¿Te crees que yo quiero estar así? Tú no sabes lo que es esto. No lo sabes…
Y entonces empiezo a correr por en medio de la calle sin saber donde ir, supongo que al instituto, mientras las lágrimas me asoman por los ojos.
- ¡Adriana espera!-Me grita Laia-¡Espera!
Pero es inútil porque no la oigo.
Llego al instituto y me siento al lado de la puerta, exhausta, por la carrera .Cuando el conserje abre la puerta, entro rápidamente en el edificio y voy a mi taquilla. Mientras intento coger las cosas me tiemblan las manos y tengo un nudo en la garganta. Miro a todos lados y me doy cuenta de que una sombra diminuta cruza el pasillo de lado a lado. Serán imaginaciones mías. Como no hay nadie hundo la cabeza en la taquilla y rompo a llorar. De repente una mano me toca el hombro y me obliga a que me de la vuelta .Naturalmente yo no me doy la vuelta porque no quiero que él o ella me vea llorando. En los últimos años yo me he convertido en una chica dura y no puedo permitir que me vean llorando. A veces me arrepiento. Me seco las lágrimas y me doy la vuelta lentamente y miro la figura que está detrás de mí mientras me dice:
- ¿Estás bien?
Es Mario. Era mi mejor amigo y cuando pasó lo del accidente lo dejé de lado, pero veo que él aún sigue preocupándose por mí. Sin pensarlo me apoyo en su hombro a llorar mientras él me abraza pero enseguida toca el timbre y me separo corriendo porque la gente va a entrar. Empiezo a andar y mientras me pierdo entre la multitud le mando una sonrisa de agradecimiento. El día en el instituto se pasa lentamente y después de que nos den las notas vuelvo a casa con mi prima que me enseña su boletín lleno de sobresalientes y yo le enseño el mío lleno de suficientes. Por lo menos no suspendo.
Después, cuando llegamos a casa mi tía le recuerda a mi prima lo magnífica que es, mientras que a mí me dice que tendré que esforzarme un poco más. Mi tía nos lee el menú de Nochebuena aun sabiendo que no apareceré en ninguna comida de Navidad. Subo a mi habitación después de ver la casa toda decorada, cosa que odio. Cuando abro la puerta veo otra vez la sombra de esta mañana que esta vez, salta de la ventana hacia abajo. Corro hacia la ventana y no veo nada. Esto empieza a ser un poco preocupante.
…
Sí, hoy es Nochebuena. Hoy hace siete años que murieron mis padres. Después de ir al cementerio a dejarle unas flores vuelvo a casa y me arreglo para salir esta noche. Mientras me despido y abro la puerta me dice mi tío:
- Adriana, creo que tienes un regalo debajo del árbol.
- ¡Tonterías!-Digo mientras cierro la puerta.
Mientras cruzo el inmenso jardín, ahora lleno de nieve, la sombra vuelve a aparecer delante de mí pero esta vez se deja ver .Es un hombrecillo vestido de verde y rojo con un sombrero muy gracioso. Yo intento encontrar alguna explicación lógica pero no la encuentro. Miro a todos lados a ver si es una especie de broma pero el hombrecillo parece muy real.
- Hola, no se si te habrás fijado pero soy un gnomo.
No me lo puedo creer, ¡Esa cosa acaba de hablar!
- No lo entiendo. A toda la gente a la que se le aparezco se queda callada. A una le dio un infarto y murió en el acto. Solo vengo por una buena causa-Dice el gnomo empezando a enfadarse.
- ¿Eres como una especie de «Fantasma de las Navidades presentes´´?
- Niña, que yo sepa los fantasmas atraviesan paredes y no te pueden tocar…No quieras comprobar si te puedo tocar porque yo cuando era joven era campeón de los combates de lucha que organizaban en mi aldea… Que tiempos aquellos. Bueno, a lo que he venido.
- ¿A qué has venido?
- Calla niña que las preguntas las hago yo. Me han enviado para que recuperes el espíritu navideño.
- ¡Qué tontería! Eso no existe.
- Oh, claro que existe. Mis amigos, los duendes de Papá Noel, se pasan todo el año haciendo juguetes para que luego los niños se diviertan con ellos. Los duendes tienen mucho espíritu navideño a pesar de que saben que unas semanas después los niños ya no querrán saber nada del juguete.
- Venga por favor, todo eso no existe.
- Para eso estoy yo aquí. Para que compruebes que si.
Nos sentamos en un banco del jardín y el gnomo me habla de lo importante que es el espíritu navideño ,en la magia de la Navidad , también me habla de que le gustan mucho los polvorones y que como ayudante de Papá Noel que es, él se bebe la leche y las galletas que los niños le dejan.
- ¿Tú crees que tus padres quieren que estés así?
- No, claro que no- Digo mientras bajo la cabeza entristecida.
- Y apuesto a que tus tíos y tu prima tampoco ¿verdad?
- No. Ellos solo han intentado ayudarme.
- Pues lo mínimo que puedes hacer es mostrarte agradecida. ¿Y tu amigo Mario? Él también querrá verte bien.
- Si. les he fallado a todos. He sido una egoísta-Digo ,llorando
- Venga mujer, no llores. Seguro que tus padres te están mirando desde ahí arriba. Levanta la cabeza.
En el momento en el que levanto la cabeza los primeros copos de nieve de la noche empiezan a caer y a lo lejos distingo la figura de lo que supongo que será el trineo tirado por los renos. Miro al lado donde está sentado el gnomo para darle las gracias por todo pero él ya no está ahí. En su lugar hay una carta que pone « De papá y mamá´´. La abro cuidadosamente y la leo en voz baja mientras intento que las lágrimas no lleguen al papel. Cuando término de leer estrecho la carta suavemente sobre mi corazón. Es el mejor regalo de Navidad que me podrán hacer nunca.
Me seco las lágrimas y entro en la casa mientras guardo la carta en mi chaqueta. Me siento en la mesa y por primera vez en mucho tiempo sonrío. Mis tíos no entienden mi cambio de humor pero veo que están contentos. Después de cenar le pido permiso a mis tíos para llamar a Mario y que venga a tomar chocolate caliente con nosotros. Me dicen que sí y él acepta aunque está un poco extrañado por mi comportamiento. Solo quiero recuperar el tiempo perdido con él. Después nos sentamos alrededor de la chimenea y abrimos los regalos. Mi prima tiene un estuche de maquillaje y un libro y yo tengo los tres libros que quería. Contamos historias y cuentos y nos quedamos dormidos en el sofá con el calor de la lumbre.
Mientras duermo reflexiono y pienso que la Navidad es una festividad única, donde lo importante es tener cerca a la familia y a los amigos. No importan los regalos, tan solo el echo de estar rodeados de los que más quieres te hace feliz, aunque algunos no estén presentes pero siempre estarán en el corazón. La Navidad es mágica por que quieras o no te hace volver a tu infancia y recordar lo maravilloso que era. Disfrutas con las sonrisas y la alegría de los demás. Ahora sé que nada volverá a ser igual y que las Navidades siguientes serán diferentes.
El segundo premio ha sido para nuestra alumna Laura Arenas Román, aquí tenéis su relato:
LA NAVIDAD DE PAULA
Cuando no existían los vehículos, la luz y el agua en las casas. Cuando la gente iba de un lado a otro en carros.
Había una vez, una familia muy humilde que vivía en un pueblo pequeño. La familia estaba formada por cinco personas; el padre: Juan, la madre: María y las tres hijas; la mayor: Isabel, la mediana Paula, y la pequeña: Melodie.
Al llegar la Navidad, era la primera vez en esa ciudad (pueblo), todos querían regalar, pero, había un problema, y es que no tenían tanto dinero, así es que, si querían hacer sus regalos, tenían que hacerlo ellos mismos. Así pues, Isabel (la mayor) pensó en hacerle una camisa a su padre, Paula sabía que a su madre le hacía falta una cocina nueva, aunque todavía no sabía cómo se la podría comprar, la cocina era muy cara y, no tenía suficiente dinero para comprársela. Pasaban los días y se acercaba el día de navidad, Isabel ya tenía la camisa hecha, pero Paula todavía no sabía cómo conseguir el dinero que le hacía falta para comprarla cocina, así que le preguntó a su padre si sabía alguna forma de conseguir dinero rápido, a lo que le contestó su padre que ese era un problema que estaba intentando solucionar, pero que no lo sabía. Entonces a Paula se le ocurrió una idea, que era venderle el caballo a la hija del tendero, porque su hija lo quería mucho. Fue a la tienda e hizo el cambio, el caballo a cambio de la cocina.
A su vez Melodie, la más pequeña, se encontró una moneda en su casa. Más tarde se fue con Paula a la tienda para comprar algo, y compró una estrella grande y el tendero se la envolvió en papel de regalo. A Isabel le regalaron un chaleco muy chulo, por dentro tenía pelusa, a Melodie un collar precioso, a Paula una silla de montar que le había hecho su padre con sus propias manos. Paula no sabía que decir, porque le había vendido el caballo a la hija del tendero, pero sus padres no lo sabían y todo para comprarle la cocinaa su madre.Entonces llamaron a la puerta, era el tendero con una caja muy grande, todos se sorprendieron al verla, ¿para quién és? Preguntaron todos, el tendero dijo que era para María, la madre, y al abrirla se sorprendió mucho era una cocina, justo lo que ella quería. Al leer la tarjeta se sorprendió mucho era de Paula. Nadie podría creerlo, ¿cómo es que la pudo comprar?, hasta el tendero les dijo que se llevaba el caballo para su hija, entonces lo entendieron todo. Paula se puso a llorar y su madre le dijo que otro día tendría otro caballo y Paula le dijo que no era por el caballo, sino por lo que le habíacostado a su padre hacer la montura, lo que conmovió a toda la família y todos se abrazaron con mucho amor, y fue Melodie cuando le dijo- papá abre mi regalo- y él le preguntó que para quien era y ella dijo que era para el niño Jesús, lo abrió y vió que era una estrella de Navidad y el padre la tomó en brazos y dijo Melodie – “Feliz Navidad niño Jesús”-, y pasaron un día de Navidad muy feliz, porque aunque no tenían dinero, tenían lo más importante en una família que era el amor y el cariño.
El tercer premio ha sido para nuestra alumna Míriam Fuetterer Galiana, aquí tenéis su relato:
EL VERDADERO ESPÍRITU NAVIDEÑO
Érase una vez, en las navidades de 2011, había un niño, Manuel, que era muy rico y vivía en una mansión con mayordomos, doncellas, jardineros…
Manuel estaba haciendo su carta para los reyes magos. En ella decía:
-Queridos Reyes Magos, para Navidad deseo: un iPhone 4S, un iPad, un ordenador portátil, una bicicleta y una silla de importación alemana para montar en mi caballo Tomy.
Manuel podía pedir todas las cosas que se le antojasen, porque todo se lo regalaban. Aunque a Manuel le regalasen todas las cosas que se le antojaban, él no era feliz porque no tenía amigos, porque se lo tenía muy creído. Así que le pidió a su niñero Juan que lo llevara a conocer otros niños.
Primero, fueron al parque, pero a Manuel no le gustaba porque se ensuciaba. Después, fueron al parque de atracciones, pero no hubo suerte. De tanto buscar y buscar Manuel se rindió. Yendo para casa, Manuel vio jugar al béisbol a unos niños; bajó del coche a saludarlos y les preguntó que si podía jugar al béisbol con ellos. Los niños aceptaron, pero como era malo jugando, los niños se rieron de él; Manuel, destrozado, echó a llorar en los brazos de Juan.
David, un niño del grupo, le dio pena y fue a perdonarle por el mal comportamiento de sus amigos; Manuel aceptó las disculpas y le invitó a jugar a su casa. Al llegar a la mansión David quedó alucinado. En el jardín, David enseñó algunos trucos de béisbol a Manuel. David le preguntó a Manuel que qué iba a hacer la Nochebuena, Manuel, con cara no muy alegre constestó: No haré gran cosa, abriré los regalos y si mis padres no están me acostaré pronto. Entonces, David le dijo que si quería pasar la Nochebuena con él y su familia, Manuel aceptó.
Al llegar a la casa de David, Manuel se sorprendió por lo vieja y pequeña que era la casa. Pero al entrar, sintió el ambiente navideño junto a David y su familia se sintió mucho más a gusto.
A la hora de abrir los regalos, a David le regalaron una pelota de fútbol. Para cenar la abuela de David preparó un pollo al horno. A Manuel le pareció raro porque en su casa cenaba un cocktail de gambas con souflé y magret. Al terminar la velada, Manuel le dijo a David que no había tenido suerte con los regalos y la comida, entonces David le contestó que él era feliz con lo que tenía, con su familia y que no lo cambiaría por nada del mundo. Entonces Manuel entendió el verdadero espíritu navideño.
FIN