Somos los niños y niñas de Chiva.
Hoy recordamos la gran lluvia que cayó, que trajo miedo y tristeza, pero también nos enseñó a ayudarnos, a cuidar de nuestro pueblo y de las personas que queremos.
La DANA cambió muchas cosas en nuestro entorno. Las calles se llenaron de agua, los patios se hicieron ríos, algunos perdieron cosas importantes, otros incluso la vida. Entre toda esa oscuridad, vimos algo muy bonito: la fuerza de las personas cuando se ayudan unas a otras.
Aprendimos que un pueblo no se mide por lo que pierde, sino por cómo se levanta. Vecinos, familias, bomberos, policías, sanitarios y voluntarios estuvieron allí, sin descanso, dando lo mejor de sí. Gracias a ellos, Chiva volvió a ponerse en pie.
Queremos dar las gracias a todos los que ayudaron: a quienes limpiaron calles, compartieron su comida, abrieron sus casas, o simplemente ofrecieron una sonrisa. Cada gesto, por pequeño que fuera, hizo grande nuestro pueblo.
En la escuela también aprendimos mucho. Aprendimos qué es una DANA, por qué ocurren las lluvias torrenciales y cómo podemos protegernos. Pero, sobre todo, aprendimos a cuidar del medio ambiente, porque cuidar la Tierra es cuidarnos a nosotros mismos.
El futuro está en nuestras manos. Queremos un pueblo de Chiva más verde y más preparado. Sabemos que juntos podemos prevenir y actuar para que, si vuelve a llover fuerte, estemos listos y nadie se quede atrás.
Hoy no solo recordamos una catástrofe; celebramos la unión, la esperanza y la vida. Que este día nos recuerde siempre que, tras la tormenta, el sol vuelve a brillar.
Porque Chiva se moja… pero nunca se rinde.



