La primavera ha traído a nuestro centro “regalos inesperados que solo advierten algunas almas sensibles”. Los primeros brotes de nuestro arbolado, las abejas y las mariposas, los primeros estornudos producidos por el polen que el viento arrastra de unas flores a otras, y, como en el cuento del escritor italiano Italo Calvino, nos ha traído también unas ¡setas!
En concreto, estos ejemplares que han aparecido a la sombra de los ficus en el aparcamiento del centro pertenecen a la familia del champiñón y llevan el nombre científico de Agaricus bitorquis (o champiñón de doble anillo). Al parecer son hongos comestibles, pero seamos algo conservadores y limitémonos a observar esta muestra de la biodiversidad de nuestro entorno, no sea que tengamos que hacernos un lavado de estómago como le pasó al bueno de Marcovaldo.
Gracias a Javier Moreno por la información micológica.