DON EMILIO ZORITA

D. EMILIO ZORITA      

Artículo publicado en «El Trullo», revista gráfica de la Fiesta de la Vendimia (2011), sobre el maestro D. Emilio Zorita (??-1925), impulsor de la Escuela Zorita.

EL MAESTRO DE LAS PEÑAS

Se llamaba Don Emilio Zorita y dejó una profunda huella en la sociedad requenense de principios del siglo XX y concretamente en su barrio, el barrio de las Peñas. Tras un peregrinar como maestro nacional de primera enseñanza por Negrón, Morella y Talayuelas… llegó a Requena para ejercer en los últimos días de su vida. Don Emilio era un maestro peculiar, extraordinariamente moderno para su época, y un luchador sabio e incansable.  Su meta era la de convencer a todos de que la educación era imprescindible para cambiar España. Su método era el amor a sus alumnos y a su trabajo. Como es de esperar,  por todo ello se sintió un incomprendido. Así describía él mismo su figura:

«solitario como un monje, callado siempre y con semblante afable […] su recatada conducta os hará tener de él el concepto de hombre huraño e incivil, más no lo creáis así […] para él, la obra más acabada y bella de la creación es el niño, ese ángel encantador y adorable del hogar, que nos sugestiona y hechiza con sus inocentes travesuras y nos seduce con sus juegos e incipientes ingeniosidades […] y como nadie le sigue ni nadie le entiende, por eso calla, por eso lo veis pasar silencioso por vuestro lado […] la base de su disciplina es el amor. Amor al niño, amor a la enseñanza, amor a la escuela, amor a su profesión.»

Sabía tratar a los niños, ganarse su confianza, entenderlos y motivarlos… todo eso en un paisaje educativo desolador para España y para  Requena. Escuelas sucias y ruinosas en las que se hacinaban niños  y recibían clases de maestros poco preparados y peor pagados. No solo enseñaba, también destacó por sus artículos pedagógicos en  prestigiosas revistas especializada como «Escuela Moderna», «Magisterio Conquense« o «La Escuela». Desde sus inicios como maestro luchó con tesón por formar un frente común entre los maestros y reclamar la dignidad de su profesión y sobre todo, un salario digno que librara al maestro del hambre. Lucía en la frente una amplia brecha   en un accidente en su viaje de Negrón a Ademuz para fomentar la unión entre los maestros y fundar una asociación. Más tarde reclamó sin descanso un aumento del salario de sus colegas en las revistas de Castellón. Uno de estos artículos «¿Se me autoriza?» pretende pedir a los maestros un donativo para presentarse en Madrid y pedir personalmente a Canalejas el aumento de salario bajo amenaza de afiliar a los 24.000 maestros españoles al Partido Socialista.

«¿Zorita está loco? Sí señores míos, Zorita prefiere pasar por loco con vergüenza que cuerdo sin ella»

Otro de sus frentes de batalla es lograr una escuela pública de calidad, en la que ricos y pobres compartan juntos, en igualdad de condiciones una enseñanza que no tenga nada que envidiar a la ofrecida a los ricos en los «colegios extranjeros». Zorita propone un impuesto para aquellas familias que decidan educar a sus hijos en colegios no públicos, impuesto que iría destinado a la construcción de escuelas nacionales. Esto sería beneficioso para las arcas públicas  y para erradicar  un modelo  de educación elitista  que fomentaba la lucha de clases. Zorita se fija para ello en la promulgación de la ley del servicio militar obligatorio que acabó con la discriminación de los más pobres a la hora de incorporarse a filas.

Don Emilio Zorita en Requena

Don Emilio escribe desde Talayuelas  al diario «Magisterio Conquense» al menos hasta 1921 y en 1923 lo hace regularmente en «La Voz de Requena». Posiblemente llegó en 1922 a nuestra ciudad para trabajar como maestro de primera enseñanza y pronto se sorprendió de que una ciudad como Requena contara con tan pocas escuelas y tan mal acondicionadas.

Don Emilio batalló  desde el principio con los políticos del Ayuntamiento de Requena por conseguir reformas en las escuelas municipales y la creación de nuevas escuelas. Los niños necesitaban escuelas dignas pero solía encontrar el rechazo de los políticos o simplemente hermosas declaraciones de intenciones. Siempre recibía la misma contestación: ¡No hay dinero!  Pero a él no le contentaba esta respuesta de los políticos, que solían llevar a sus hijos a elitistas «escuelas extranjeras».

Tampoco le satisfacía saber que el dinero municipal corría sin miramientos para financiar edificios no educativos, aunque en ellos también hubiera «maestros» (a los que se refería con minúscula para diferenciarlos de los docentes).

«Una barbaridad de millones ¿eh? No tantos como costó esa escuela de la barbarie, que ingente y retadora ostenta su arrogante y coquetona construcción junto al barrio obrero» (la plaza de toros)

Para predicar con el ejemplo, ofreció públicamente su sueldo de un día cada mes de por vida para la construcción  y acondicionamiento de escuelas.

 Desde «La Voz de Requena», Don Emilio, bajo el pseudónimo de «Juan de las Peñas» criticaba apesadumbrado la pasividad de toda la sociedad requenense, más preocupada de los logros de los toreros que de la educación de sus hijos.

«Los escolares volverán a sus antiguos locales sucios, destartalados y escasos […] Señor alcalde, señores ediles, la provincia de Valencia cuenta con un 63 % de analfabetos. ¿Saben ustedes por qué? Pues sencillamente porque ¡solo tienen una escuela por cada doscientos alumnos! Y ¡agárrense ustedes! Requena, la ciudad que ustedes gobiernan y rigen  […] corresponde doscientos sesenta y cinco alumnos.»

Desde sus columnas en la prensa local también pretendía movilizar a los padres de los alumnos para que luchasen con él o simplemente para aconsejar sobre la educación de los niños.

«cuando atraídos por sus juegos nos acercamos a un grupo de muchachos, creyendo encontrar al «cielo», al «sol» al «ángel» del hogar, nos tropezamos con que aquel «cielo» se convirtió en «infierno», aquel «sol» en «tinieblas» y aquel «ángel» en «demonio» […] ¿cómo corregirlo? Sintiendo de veras el problema de la educación y salvación de nuestros hijos, interesándonos vivamente por su felicidad y porvenir»

Como los grandes pedagogos, no habla en sus escritos de  «castigo», «mano dura» o «saber quién manda» sino de educar, comprender al niño y tratarlo con respeto y cariño.

«Luisito, no seas travieso, si no te mandaremos a la Escuela y allí, el señor Maestro, que tiene unos azotes de correa; y es muy malo, te castigará y te encerrará en un calabozo lleno de ratones […] y Luisito, angelical y bello como los querubines, siente por primera vez entristecer su alma y amargársele la existencia […] le robamos la alegría de vivir, que es su principal elemento […]

Se ve a sí mismo como «maestro ambulante» puesto que no contaba con una escuela en las Peñas, y los niños se veían obligados a trasladarse a grandes distancias o incluso acudir al aula improvisada del maestro en su terrado  El propio Emilio dedicó unos versos a sus alumnos, que acudían a su casa.

MI JAULA

Allá en mi casuca,

Pegadica al techo

Tengo yo una jaula

Llena de jilgueros:

Jilgueros que cantan

Y recitan versos,

Prodigando amores,

Caricias y besos.

1923 [Extracto]

A comienzos de julio de 1924 comienza a cumplirse el sueño de Don Emilio: la construcción de una escuela nueva en el barrio de las Peñas. Los niños ya no tendrán que soportar las inclemencias climatológicas para llegar a la escuela después de un largo recorrido. Sin embargo las obras quedan paradas por falta de mano de obra, por lo que contando con el capital y material necesario, no cuenta con  vecinos que presten sus jornales  para llevar a cabo .la obra. A don Emilio se le ocurre hacer un llamamiento a través del periódico a todos los vecinos de las Peñas con el que lograr tener acabada la escuela antes del 1 de noviembre.

«Peñeros: fuera pereza y manos a la obra, que así nos lo exige nuestro amor de padres, nuestro deber de ciudadanos y la honra del barrio»

El 28 de febrero de 1925 muere el maestro Zorita  y el ayuntamiento se volcó  en pleno para despedir al inolvidable maestro. El consistorio se hizo cargo del coste del enterramiento, el nicho y se apresuró para rotular con su nombre la escuela que tantos afanes le había costado. La Voz de Requena, el periódico en el que colaboraba asiduamente le abrió una suscripción a favor de la viuda y los hijos del maestro. 

Desde entonces sigue en pie la Escuela Zorita, responsable de la educación de generaciones y generaciones de  niños «peñeros», más tarde,  de adultos que buscaron la formación que no habían tenido en su niñez y actualmente continua 86 años después educando a niños de primer ciclo de educación infantil.  Desde estas líneas quiero recordar a ese gran maestro, ya olvidado por todos, por su labor y su empeño en un tiempo en la que el trabajo de maestro era indudablemente vocacional.

¡Cuán bello es el niño! ¡cuán adorable y cuán digno de que se le eduque incesante y sabiamente! Educar… ¡Educar!… ¡¡Educar!!  Emilio Zorita. 1923

Agradecimientos  a Raúl Zorita por la donación de la documentación relativa a su antepasado al Archivo Municipal de Requena.                                                                          

Autor: Santiago Salinas Robles

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