COMPETIR CON EL MÓVIL

Es imposible competir con un móvil. Un libro no tiene las herramientas necesarias para luchar en igualdad de condiciones. En muchos casos ni las relaciones humanas reales pueden competir con las luces, sonidos, gratificación instantánea, inmediatez, variedad y personalización que los dispositivos portátiles ofrecen a nuestros niños y niñas.

Por si fuera poco, somos nosotros los que les ponemos delante ese espejo negro en el que se refleja toda su vida. La única manera de equilibrar la balanza es apartar los aparatos. Pero apartarlos de nuestra vida también, así, a ratos: no hay móviles en la mesa (ni en casa ni en un restaurante) no hay móviles en los dormitorios (ni en los suyos ni en los nuestros), no hay móviles si hay otros niños, no hay móviles si estamos en una celebración… pero claro, cuando no hay móviles los niños y las niñas hacen ruido, reclaman, protestan, interrumpen, hablan… y tenemos que ejercer de padres y madres y reñirles, hablarles, jugar con ellos… Será difícil quejarnos de un futuro o un presente que estamos creando y favoreciendo nosotros.

No podemos ponernos luces y sonidos y botones y ser tan variados y divertidos como los videos de tiktok, los reels de Instagram o los memes de whatsapp… o si. Hay quien intenta competir igualándose por abajo, siendo tan superficial y tan hueco como los dispositivos móviles… igual ha llegado el momento de empezar a hacer nuestro trabajo como educadores y educadoras de la sociedad del futuro… o simplemente nos adaptamos a esta ola imparable que alimentamos cada día y nos damos por vencidos. Los primeros perjudicados son los menores, pero con el tiempo acabaremos siendo tan prescindibles y tan sustituibles como los teléfonos que se cambian cada dos o tres años. Si dejas que tus hijos usen el móvil sin supervisión, por favor, no vengas a pedirnos ayuda: hay muy poco que nosotros podamos hacer si tú no estás dispuesto a poner de tu parte.