¿A qué sabe la Luna?

Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué sabía la luna. ¿Sería dulce o salada? Tan solo querían probar un pedacito. Por las noches, miraban ansiosos hacia el cielo. Se estiraban e intentaban cogerla, alargando el cuello, las piernas y los brazos. ¿Quién no soñó alguna vez con darle un mordisco a la luna? Este fue precisamente el deseo de los animales de este cuento. Tan solo querían probar un pedacito pero, por más que se estiraban, no eran capaces de tocarla. Entonces, la tortuga tuvo una genial idea: ¿Si te subes a mi espalda, tal vez lleguemos a la luna?, le dijo al elefante.

Un libro tan redondo y sabroso como la luna llena. Los animales de la selva nos mostrarán que las cosas compartidas siempre saben mucho mejor.

En nuestro caso, la Luna era dulce. Una sabrosa y jugosa tortita de plátano y avena con azúcar glass por encima. ¿La estáis viendo? Tiene muy buena pinta, ¿verdad? Esto también es gracias a nuestros artistas culinarios =P. ¿A qué sabe vuestra Luna, querid@s amig@s?

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