REFLEXIONES SOBRE EL DUELO EN LA INFANCIA

Cierto es que nadie estamos preparados para afrontar la muerte de un ser querido sin que afloren emociones que desequilibren nuestro ser.

Cuando la muerte llega a alguien de nuestro entorno salpica por igual a grandes y pequeños. No diferencia entre adultos y niños. No obstante, los adultos tenemos cierto bagaje en estos asuntos que viene dado con el paso de los años y las experiencias vividas. Nos podemos llegar a defender emocionalmente y disponemos de más recursos para hacer frente a la situación. No es tanto el caso de la infancia, pues como personas en desarrollo físico y emocional, la falta de experiencias previas, una inteligencia emocional menos desarrollada y la ausencia de estrategias para afrontar los reveses de la vida, les convierte en seres vulnerables.

Hasta ahora sabemos que se les ha intentado proteger, se les ha alejado de ritos funerarios y entierros o hemos usado un lenguaje demasiado edulcorado y lleno de eufemismos con el objeto de anestesiarlos, pensando que era lo mejor que podíamos hacer. Y todo con la mejor de nuestras intenciones. Con la intención de proteger, cual mamá osa, a nuestros cachorros.

Pero al evitar la confrontación directa con la realidad de la muerte estamos evitando también una serie de aprendizajes y retrasando su madurez emocional.

Lógicamente debemos tener en cuenta la edad del niño o la niña, pues no podemos hablar de duelo en la infancia si hablamos de niños de 2 o 3 años. Aunque éstos puedan percibir ausencias, las implicaciones que supone el enfrentarse de lleno con el proceso de la muerte y todo lo que conlleva son mejor asimiladas por niños y niñas mayores. Estaríamos hablando de niños a partir de los 6 años, pues a partir de esta edad ya comienzan a razonar más y a tener más iniciativa en general.

Por tanto, debemos empezar a pensar que se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor y que necesitan dar sentido a lo que acontece en su vida. Por tanto lo que debemos hacer es ACOMPAÑARLES y ser su guía en ese proceso. Debemos usar un lenguaje sincero y claro, sin florituras pero adaptado a su edad. Debemos hacerles conscientes de que la muerte es algo universal, que afecta a todo ser vivo del planeta y que también es irreversible, pues lo que muere no vive más. Debemos hacerles partícipes en los ritos funerarios siempre anticipándoles lo que va a ocurrir, pues no lo saben, y sin dejar de estar a su lado; con esto estaremos compartiendo la pena y así se establecen y fortalecen los lazos que pueda tener con sus seres queridos. Esta experiencia contribuirá a dotar de significado a su vivencia.

Si hablamos de la escuela, podríamos hablar de la necesidad de que exista una guía y orientación en la elaboración de unidades didácticas de carácter transversal dentro del propio currículum oficial que dote de recursos a los docentes para abordar este tema con naturalidad en el aula, desde lo cotidiano y de forma sencilla y sincera. Sólo así estaremos ayudando al correcto crecimiento emocional de nuestros alumnos y alumnas y estaremos llenando su mochila emocional de herramientas que les posibiliten afrontar los retos que se le vayan presentando en su camino.

DERECHOS DE LOS NIÑOS Y NIÑAS HOSPITALIZADOS

La Declaración de los Derechos humanos de 1948 incluía implícitamente los derechos de todos los niños. Sin embargo, dato su condición de dependencia de los adultos y su mayor grado de vulnerabilidad en crisis humanitarias, cono el tiempo fue necesario crear nuevas herramientas jurídicas.

Desde 1946 estaba en funcionamiento el Hondo Internacional de las Naciones Unidas para la Ayuda a la Infancia (Unicef), un organismo especializado en la protección de la infancia en Europa y que luego extendió su ámbito de acción al resto del mundo.

Sin embargo, aquella labor requería elementos más específicos. Fue así como, en 1959, los 78 países que conformaban la ONU aprobaron de forma unánime la Declaración de los Derechos del Niño, uno documento que recoge 10 principios inherentes a la infancia y que sueño de obligado cumplimiento.

Esta declaración sirvió de referencia para otros documentos que se publicaron años más tardo, entre ellos la Carta de los Derechos del Niño Hospitalizado, que fue redactada miedo lo Parlamento Europeo en 1986.

 

¿Cuáles sueño los Derechos del Niño Hospitalizado?

La Carta recoge los principios relacionados cono la enfermedad y la hospitalización de todos los menores, sin distinción de sexo, raza, religión o nacionalidad. Se trata de 23 artículos resumidos de la siguiente manera:

  • Derecho a que el niño no sea hospitalizado, salvo cuando no pueda recibir los cuidados en casa o lo centro de salud.
  • Derecho a una hospitalización diurna, siempre y cuando esto no suponga una carga económica adicional para los padres.
  • Derecho a estar acompañado miedo sus padres o miedo las personas que los sustituyan durante su hospitalización.
  • Derecho del niño a recibir información adaptada a su edad.
  • Derecho a una recepción y seguimiento.
  • Derecho a negarse a cualquier propósito que no sea terapéutico.
  • Derecho de los padres o de las personas que los sustituyan a recibir toda la información relacionada cono la enfermedad.
  • Derecho de los padres o de las personas que los sustituyan a expresar su conformidad cono los tratamientos.
  • Derecho de los padres o de las personas que los sustituyan a recibir un tratamiento psicosocial especializado.
  • Derecho a no ser sometido a experiencias farmacológicas o terapéuticas.
  • Derecho del niño a estar protegido miedo la Declaración de Helsinki cuando sea sometido a experimentación terapéutica.
  • Derecho a no recibir tratamientos médicos inútiles.
  • Derecho de contactar cono sus padres en los momentos de tensión.
  • Derecho a ser tratado cono tacto, educación y comprensión.
  • Derecho a ser tratado miedo personal cualificado.
  • Derecho a ser hospitalizado a ser posible junto a otros niños.
  • Derecho a continuar su formación escolar durante su hospitalización.
  • Derecho a disponer de locales equipados según sus necesidades.
  • Derecho a disponer de juguetes, libros y medios audiovisuales.
  • Derecho a recibir estudios caso de hospitalización parcial.
  • Derecho a la seguridad y la justicia.
  • Derecho a recibir ayuda económica, moral y psicosocial.
  • Derecho de los padres o de las personas que los sustituyan a solicitar la aplicación de esta Carta en los países que no pertenezcan en la Unión Europea.

¿CONTRIBUYEN LAS AULAS HOSPITALARIAS EN LA HUMANIZACIÓN DE LOS HOSPITALES?

Tengo muy claro que los docentes de las aulas hospitalarias somos un elemento activo en el proceso de humanización del servicio, pues nuestra labor pasa por saber conectar con el alumno/a, establecer una relación afectiva basada en la confianza para proporcionarle confort emocional y poder responder y cubrir sus demandas y necesidades. Nos convertimos en una suerte de pegamento que une a nuestro/a protagonista con la familia, personal sanitario (médicos, enfermeros, auxiliares, limpieza), servicios externos, etc.

No cabe duda que el entorno de un hospital se aleja, a priori, de los entornos y espacios educativos a los que estamos acostumbrados. Partimos de una situación especial en la que el contexto sanidad y el educativo convergen dando como resultado un peculiar escenario con un elemento común a ambos, el alumno o alumna.

Éstos se convierten en protagonistas de nuestras actuaciones, tanto sanitarias como educativas, sin olvidar otros aspectos como su bienestar emocional o dar respuesta a sus necesidades, inquietudes, miedos, dudas, etc.

Por tanto, el confort en los entornos donde atendemos a las personas, la adecuación de la información que se les facilita, el respeto a su intimidad, y la cercanía en el trato, son pilares fundamentales en la misión de la institución y de los profesionales con el objetivo de situar al paciente en el centro del proceso educativo-asistencial. Nos encontramos por tanto, ante una oportunidad para poder involucrarnos en esta necesaria y siempre gratificante, actitud empática e integradora y trasladarla a las personas que atendemos.

Porque, ¿quién quiere estar hospitalizado? ¿quién se siente cómodo estando enfermo en una cama de hospital? ¿quién desea estar convaleciente tras una cirugía, intervención, pruebas diagnósticas?

Pero cuando esto es inevitable, todos querríamos que el proceso fuese más llevadero, menos traumático, sobretodo los niños y niñas. Por esto cobra sentido lo que llamamos humanización del hospital. Se trata de una serie de acciones y actitudes que nos acercan a la dimensión humana de las personas. Si queremos pasar algo por el filtro de la humanización, palabras y conceptos como: acompañar, dar confort, empatizar, animar, escuchar, adaptar, estimular, hacer reir, … deben estar muy presentes en cada decisión y acción que realicemos, pues queremos difuminar ese halo de frialdad e impersonalidad de un hospital para que el entorno que creemos y nuestra manera de hacer, arrope a los alumnos y alumnas y sientan, de algún modo, un cálido abrazo.